viernes, 28 de noviembre de 2014

la nefasta pertenencia

"Para la mayoría la vida conventual era semillero de chismes, intrigas y conjuraciones:  toda la variedad de la pasión cabalista, como llamaba Fourier a ese amor por el poder que nos lleva a formar camarillas y bandos.  Esta pasión, dice el gran utopista, "es un entusiasmo calculador" La unión de cálculo y ambición es el veneno secreto que, conjuntamente, anima y corrompe, la vida de las asociaciones cerradas:  la Corte, la Iglesia, la Milicia, la Universidad, el Partido, la Academia.  La pasión cabalista, alianza de ambición y envidia, sobre todo en su forma vulgar:  la politiquería, busca para satisfacerse la complicidad de los demás. El precio es alto:  para servirse de los otros, el ambicioso no tiene más remedio que servirlos. Sor Juana se quejó mucho de las intrigas y envidias de sus hermanas; es casi seguro, además, que su renuncia a las letras haya sido el resultado de una cábala clerical en su contra. Pero ella también, según se verá más adelante, dominó este arte hecho de ingenio, disimulo, paciencia y sangre fría. Sobrevivió durante más de veinte años de vida conventual y de intrigas ecclesiásticas y palaciegas, no sólo gracias a sus prendas morales e intelectuales sino a su habilidad. La forma en que se sirvió de sus relaciones con el palacio virreinal revela un tino político nada común. Como las otras mujeres de su familia, Juana Inés fue una naturaleza correosa y flexible, terca y sinuosa, deferente pero obstinada."

Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe - Octavio Paz


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