""Ya está arreglado", dijo tirando fuertemente de los nudos que había hecho, para probarlos. "Es un flamenco doble", dijo; le miré sin comprender. "Un flamenco doble" repitió. Ve usted, sirve también para los anzuelos. Cogió entonces un trozo de cuerda, sujetó uno de sus extremos y lo introdujo tres o cuatro veces en sí mismo hasta convertirlo en el eje de una espiral cuyas lazadas se hacían nudos dando un tirón. "En realidad -continuó- sólo es una variante del nudo doble de galera, y, en todo caso, enlazado o no, es preferible al del carpintero", y mientras hacía esta aclaración le daba rápidas vueltas y lo entrelazaba. Me sentí mareado. "Quien es capaz de hacer estos nudos en un santiamén ha alcanzado la perfección y puede echarse a dormir. Lo digo de veras, puede echarse a dormir, porque esto de los nudos es como el yoga, quizá el mejor de todos los sistemas de relajamiento. Se aprende practicando una y otra vez, primeramente en casa, no en el mar, en la tranquilidad del hogar, en los días lluviosos de invierno, y preferiblemente cuando uno tiene dificultades o está preocupado. No puede usted imaginarse cuántas veces he hallado de ese modo respuestas a problemas que me atosigaban".
La cerca de cactus - Walter Benjamin
" Ninguna aventura de la imaginación tiene más valor literario que el más insignificante episodio de la vida cotidiana" Gabriel García Márquez
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viernes, 30 de octubre de 2015
una fórmula de relajamiento
viernes, 9 de octubre de 2015
de donde nacen las historias
"O...pasaba recorriendo el puente de mando desde un extremo al otro, mirando distraídamente a lo lejos, comprendí también que quién no se aburre no sabe narrar.
Pero el aburrimiento ya no tiene cabida en nuestro mundo. Han caído en desuso aquellas actividades secretas e íntimamente unidas a él. Ésta y no otra es la razón de que desaparezca el don de contar historias, porque mientras se escuchan, ya no se teje ni se hila, se rasca o se trenza. En una palabra, pues, para que florezcan las historias tiene que darse el orden, la subordinación y el trabajo. Narrar no es sólo un arte, es además un mérito, y en Oriente hasta un oficio. Acaba en sabiduría, como a menudo e inversamente la sabiduría nos llega bajo la forma del cuento. El narrador es, por lo tanto, alguien que sabe dar consejos, y para hacerlo hay que saber relatarlos. Nosotros nos quejamos y lamentamos de nuestros problemas, pero jamás los contamos."
El pañuelo - Walter Benjamin
Pero el aburrimiento ya no tiene cabida en nuestro mundo. Han caído en desuso aquellas actividades secretas e íntimamente unidas a él. Ésta y no otra es la razón de que desaparezca el don de contar historias, porque mientras se escuchan, ya no se teje ni se hila, se rasca o se trenza. En una palabra, pues, para que florezcan las historias tiene que darse el orden, la subordinación y el trabajo. Narrar no es sólo un arte, es además un mérito, y en Oriente hasta un oficio. Acaba en sabiduría, como a menudo e inversamente la sabiduría nos llega bajo la forma del cuento. El narrador es, por lo tanto, alguien que sabe dar consejos, y para hacerlo hay que saber relatarlos. Nosotros nos quejamos y lamentamos de nuestros problemas, pero jamás los contamos."
El pañuelo - Walter Benjamin
viernes, 2 de octubre de 2015
el arte de la estafa
"El arte de la estafa fue cambiando con el correr de las épocas. La simulación astuta de enfermedades falsas, cosa que estaba a la orden del día en la Edad Media, desapareció con el tiempo, cuando se debilitó la influencia de la Iglesia y escasearon las limosnas. Hoy ya no podemos ni imaginar la cantidad de trucos que ponía en práctica la gente, especulando con la compasión de sus semejantes. Estas dolencias aparentes tenían por supuesto la ventaja adicional de hacer que los asaltantes y asesinos más peligrosos parecieran inofensivos.
Había gente que se agolpaba a la hora de la misa en la iglesia, y cuando el sacerdote daba su bendición, se metían un pedazo de jabón en la boca, con lo cual generaban espuma. A fin de que se les creyera por completo, que eran víctimas de un espasmo, caían sobre la tierra a la vista de todo el mundo. De este modo podían estar seguros de obtener donaciones de los piadosos.
La escalinata frente a la iglesia estaba repleta de gente semejante. Se podían encontrar allí hombres mostrando brazos con huellas de cadena que en realidad estaban pintadas. Le hacia creer a la gente que habían caído en manos de paganos y habían estado languideciendo por años como esclavos en las galeras.
Otros se cortaban el pelo al modo de los clérigos y le contaban a la gente que eran sacerdotes en peregrinación a los que unos bandidos les habían quitado sus pertenencias. Otros hacían ruido con sonajeros, como los que por aquel entonces llevaban los leprosos, para que la gente no se acercara y les depositaran limosnas a cierta distancia."
Juicios a las brujas y otras catástrofes - Walter Benjamin
Había gente que se agolpaba a la hora de la misa en la iglesia, y cuando el sacerdote daba su bendición, se metían un pedazo de jabón en la boca, con lo cual generaban espuma. A fin de que se les creyera por completo, que eran víctimas de un espasmo, caían sobre la tierra a la vista de todo el mundo. De este modo podían estar seguros de obtener donaciones de los piadosos.
La escalinata frente a la iglesia estaba repleta de gente semejante. Se podían encontrar allí hombres mostrando brazos con huellas de cadena que en realidad estaban pintadas. Le hacia creer a la gente que habían caído en manos de paganos y habían estado languideciendo por años como esclavos en las galeras.
Otros se cortaban el pelo al modo de los clérigos y le contaban a la gente que eran sacerdotes en peregrinación a los que unos bandidos les habían quitado sus pertenencias. Otros hacían ruido con sonajeros, como los que por aquel entonces llevaban los leprosos, para que la gente no se acercara y les depositaran limosnas a cierta distancia."
Juicios a las brujas y otras catástrofes - Walter Benjamin
lunes, 31 de agosto de 2015
no era de hierro
"El jueves 18 de septiembre de 1689 a las 3 de la tarde, el director de la Bastilla, señor de Saint-Mars, llegó aquí por primera vez proveniente de la Isla Santa Margarita (donde había otra cárcel grande). En su coche trajo a un prisionero cuyo nombre se mantiene en secreto y que está siempre enmascarado. Primero lo metieron en la torre de la Bassinerie (todas las torres de la Bastilla tenían nombres especiales) A las nueve de la noche, cuando ya había oscurecido, me ordenaron llevarlo a la tercera habitación de la torre, una habitación que antes había tenido que equipar cuidadosamente con todos los muebles imaginables.
Este testimonio es lo único que tenemos por escrito sobre el hombre de la máscara de hierro. Hasta la noticia de su muerte, que encontramos asentada en el diario del mismo subteniente cinco años más tarde, el lunes 19 de noviembre de 1703.:
El prisionero desconocido, que anda constantemente velado tras una máscara de terciopelo negro y que el director trajo consigo hace cinco años desde la isla Santa Margarita, ha fallecido hoy a eso de las diez, luego de haberse sentido un poco mal ayer al volver de misa, pero sin haber estado realmente enfermo antes.
Al día siguiente lo sepultaron, y el subteniente anotó meticulosamente en su diario que el entierro costó 40 francos. Se sabe también que el cuerpo fue enterrado sin cabeza, a la que cortaron en varios pedazos y enterraron en lugares diferentes para asegurarse de que resultara irreconocible. Tanto miedo tenía el rey de Francia y el director de la Bastilla de que, tras su muerte, finalmente se develara quién había sido el hombre de la máscara de hierro, que dieron orden de quemar absolutamente todo lo que había usado, su ropa interior, sus vestidos, el colchón, las sábanas, etc. Blanquearon las paredes de la celda que había ocupado, no sin antes rasquetearlas esmeradamente. La precaución se llevó al extremo de aflojar todas las piedras de los muros y levantarlas una tras otra, por temor de que el hombre de la máscara de hierro hubiese escondido un papel o dejado otro signo por medio del cual pudiera ser identificado. Su máscara no era de hierro, aunque a ella debía su nombre, sino que estaba hecha de terciopelo negro, endurecido con barba de ballena."
Juicios a las brujas y otras catástrofes - Walter Benjamin
Este testimonio es lo único que tenemos por escrito sobre el hombre de la máscara de hierro. Hasta la noticia de su muerte, que encontramos asentada en el diario del mismo subteniente cinco años más tarde, el lunes 19 de noviembre de 1703.:
El prisionero desconocido, que anda constantemente velado tras una máscara de terciopelo negro y que el director trajo consigo hace cinco años desde la isla Santa Margarita, ha fallecido hoy a eso de las diez, luego de haberse sentido un poco mal ayer al volver de misa, pero sin haber estado realmente enfermo antes.
Al día siguiente lo sepultaron, y el subteniente anotó meticulosamente en su diario que el entierro costó 40 francos. Se sabe también que el cuerpo fue enterrado sin cabeza, a la que cortaron en varios pedazos y enterraron en lugares diferentes para asegurarse de que resultara irreconocible. Tanto miedo tenía el rey de Francia y el director de la Bastilla de que, tras su muerte, finalmente se develara quién había sido el hombre de la máscara de hierro, que dieron orden de quemar absolutamente todo lo que había usado, su ropa interior, sus vestidos, el colchón, las sábanas, etc. Blanquearon las paredes de la celda que había ocupado, no sin antes rasquetearlas esmeradamente. La precaución se llevó al extremo de aflojar todas las piedras de los muros y levantarlas una tras otra, por temor de que el hombre de la máscara de hierro hubiese escondido un papel o dejado otro signo por medio del cual pudiera ser identificado. Su máscara no era de hierro, aunque a ella debía su nombre, sino que estaba hecha de terciopelo negro, endurecido con barba de ballena."
Juicios a las brujas y otras catástrofes - Walter Benjamin
miércoles, 19 de agosto de 2015
falsificando con verdad
"Muy pocos coleccionistas sabrán cuál es el país con la mejor reputación entre los falsificadores de estampillas, o sea aquel del cual provienen las falsificaciones mejor logradas. Es Bélgica. Los belgas falsifican no sólo sus propias estampillas (la falsificación más famosa es la de la estampilla belga de cinco francos), sino que con el mismo gusto falsifican estampillas extranjeras, por ejemplo la estampilla alemana de Marruecos de una peseta.
Para desprenderse de su producción, los falsificadores descubrieron un truco grandioso, que por un lado les permite obtener mayores ganancias y por otro lado los protege contra las sanciones. Lo que hacen es señalar expresamente a sus falsificaciones como lo que son. De este modo renuncian a cobrar sumas astronómicas, puesto que no venden las estampillas falsas como si fueran verdaderas. Pero como sus compradores son en su mayoría personas que sí tienen la honorable intención de hacer eso, los productores pueden pedir un precio muy conveniente por esas estampillas que no han sido falsificadas, según dicen, sino que fueron reproducidas con fines científicos. Lo que hacen es enviar a pequeñas filatelias unas ofertas en las que elogian sus impecables imitaciones de estampillas fuera de circulación, la admirable ejecución con un procedimiento totalmente novedoso, la matemática fidelidad de los dibujos, sus sobresellos, los colores, el papel, las marcas de agua, el dentado y -no debemos olvidar - los sellos."
Juicios a las brujas y otras catástrofes - Walter Benjamin
Para desprenderse de su producción, los falsificadores descubrieron un truco grandioso, que por un lado les permite obtener mayores ganancias y por otro lado los protege contra las sanciones. Lo que hacen es señalar expresamente a sus falsificaciones como lo que son. De este modo renuncian a cobrar sumas astronómicas, puesto que no venden las estampillas falsas como si fueran verdaderas. Pero como sus compradores son en su mayoría personas que sí tienen la honorable intención de hacer eso, los productores pueden pedir un precio muy conveniente por esas estampillas que no han sido falsificadas, según dicen, sino que fueron reproducidas con fines científicos. Lo que hacen es enviar a pequeñas filatelias unas ofertas en las que elogian sus impecables imitaciones de estampillas fuera de circulación, la admirable ejecución con un procedimiento totalmente novedoso, la matemática fidelidad de los dibujos, sus sobresellos, los colores, el papel, las marcas de agua, el dentado y -no debemos olvidar - los sellos."
Juicios a las brujas y otras catástrofes - Walter Benjamin
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