Mostrando las entradas con la etiqueta Gógol Nikolái. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Gógol Nikolái. Mostrar todas las entradas

viernes, 12 de junio de 2015

algo más que una nariz

En marzo, el día 25, sucedió en San Petersburgo un hecho de lo más insólito. El barbero Iván Yákovlevich, domiciliado en la Avenida Voznesenski (su apellido no ha llegado hasta nosotros y ni siquiera figura en el rótulo de la barbería, donde sólo aparece un caballero con la cara enjabonada y el aviso de «También se hacen sangrías»), el barbero Iván Yákovlevich se despertó bastante temprano y notó que olía a pan caliente. Al incorporarse un poco en el lecho vio que su esposa, señora muy respetable y gran amante del café, estaba sacando del horno unos panecillos recién cocidos.
-Hoy no tomaré café, Praskovia Osipovna -anunció Iván Yákovlevich-. Lo que sí me apetece es un panecillo caliente con cebolla.
(La verdad es que a Iván Yákovlevich le apetecían ambas cosas, pero sabía que era totalmente imposible pedir las dos a la vez, pues a Praskovia Osipovna no le gustaban nada tales caprichos.) «Que coma pan, el muy estúpido. Mejor para mí: así sobrará una taza de café», pensó la esposa. Y arrojó un panecillo sobre la mesa.
Por aquello del decoro, Iván Yákovlevich endosó su frac encima del camisón de dormir, se sentó a la mesa provisto de sal y dos cebollas, empuñó un cuchillo y se puso a cortar el panecillo con aire solemne. Cuando lo hubo cortado en dos se fijó en una de las mitades y, muy sorprendido, descubrió un cuerpo blanquecino entre la miga. Iván Yákovlevich lo tanteó con cuidado, valiéndose del cuchillo, y lo palpó. «¡Está duro! -se dijo para sus adentros-. ¿Qué podrá ser?»
Metió dos dedos y sacó... ¡una nariz! Iván Yákovlevich estaba pasmado. Se restregó los ojos, volvió a palpar aquel objeto: nada, que era una nariz. ¡Una nariz! Y, además, parecía ser la de algún conocido. El horror se pintó en el rostro de Iván Yákovlevich. Sin embargo, aquel horror no era nada, comparado con la indignación que se adueñó de su esposa.
-¿Dónde has cortado esa nariz, so fiera? -gritó con ira-. ¡Bribón! ¡Borracho! Yo misma daré parte de ti a la policía. ¡Habrase visto, el bribón! Claro, así he oído yo quejarse ya a tres parroquianos. Dicen que, cuando los afeitas, les pegas tales tirones de narices que ni saben cómo no te quedas con ellas entre los dedos.

La nariz - Nicolai Gógol



lunes, 8 de septiembre de 2014

something which moved to pity


"When and how he entered the department, and who appointed him, no one could remember. However much the directors and chiefs of all kinds were changed, he was always to be seen in the same place, the same attitude, the same occupation; so that it was afterwards affirmed that he had been born in undress uniform with a bald head. No respect was shown him in the department. The porter not only did not rise from his seat when he passed, but never even glanced at him, any more than if a fly had flown through the reception-room. His superiors treated him in coolly despotic fashion. Some sub-chief would thrust a paper under his nose without so much as saying, "Copy," or "Here's a nice interesting affair," or anything else agreeable, as is customary amongst well-bred officials. And he took it, looking only at the paper and not observing who handed it to him, or whether he had the right to do so; simply took it, and set about copying it.
The young officials laughed at and made fun of him, so far as their official wit permitted; told in his presence various stories concocted about him, and about his landlady, an old woman of seventy; declared that she beat him; asked when the wedding was to be; and strewed bits of paper over his head, calling them snow. But Akakiy Akakievitch answered not a word, any more than if there had been no one there besides himself. It even had no effect upon his work: amid all these annoyances he never made a single mistake in a letter. But if the joking became wholly unbearable, as when they jogged his hand and prevented his attending to his work, he would exclaim, "Leave me alone! Why do you insult me?" And there was something strange in the words and the voice in which they were uttered. There was in it something which moved to pity; so much that one young man, a new-comer, who, taking pattern by the others, had permitted himself to make sport of Akakiy, suddenly stopped short, as though all about him had undergone a transformation, and presented itself in a different aspect. Some unseen force repelled him from the comrades whose acquaintance he had made, on the supposition that they were well-bred and polite men. Long afterwards, in his gayest moments, there recurred to his mind the little official with the bald forehead, with his heart-rending words, "Leave me alone! Why do you insult me?" In these moving words, other words resounded --"I am thy brother." And the young man covered his face with his hand; and many a time afterwards, in the course of his life, shuddered at seeing how much inhumanity there is in man, how much savage coarseness is concealed beneath delicate, refined worldliness, and even, O God! in that man whom the world acknowledges as honourable and noble."

The overcoat - Nikolay Gogol


viernes, 16 de mayo de 2014

desafiando los siglos

"La finca le pareció bastante importante:  dos bosques, uno de olmos, otro de pinos, flanqueaban como dos alas, una clara, otra oscura, la casa de madera con entresuelo, tejado rojo y muros de color gris sucio. Parecía una edificación para colonos alemanes o militares. Se podía adivinar que, al construirla, el arquitecto, pedante defensor de la simetría, había chocado con los gustos del dueño. Este, dado a la vida cómoda, había condenado todas las ventanas de un lado, sustituyéndolas por un tragaluz que daba sin duda a una oscura despensa. El frontón no ocupaba el centro de la fachada. El arquitecto había tropezado aquí con la tozudez del propietario.  Se había suprimido una columna. Solo quedaban tres. Una verja de madera con gruesos barrotes rodeaba el patio.
El dueño parecía apreciar la soledad por encima de todo. Las cuadras, las cocheras, las dependencias estaban construidas con vigas macizas que desafiaban los siglos. Las casas de los campesinos atraían muchas miradas:  hermosas isbas de madera, sin adornos calados, pero muy bien armadas. El brocal del pozo había sido tallado de madera de roble, en forma de molino o de navío. En una palabra, todo lo que vio Chichikov estaba muy en su sitio y revelaba solidez, anchura y fuerza."

Almas muertas - Nikolái Gógol