viernes, 31 de octubre de 2014

deseos cumplidos

"Recordé haber escuchado a Elliot que quería ser enterrado con su traje de máscara, pero lo tomé por un capricho pasajero y no se me ocurrió que lo dijera en serio. Joseph insistió en que sus deseos se cumplieran, y yo no vi razón alguna para impedirlo. Fue embalsamado  y luego fui yo con Joseph a  vestirlo con aquellas absurdas ropas. Resultó macabra la operación. Metimos las larguiruchas piernas en las sedeñas calzas, ajustándole luego los gresgüescos de tisú de oro. No fue sencillo meterle los brazos en las mangas del jubón. Colocamos en su lugar la gran gola almidonada y le echamos por los hombros la capa de seda.  Finalmente le tocamos con la gorra y le rodeamos el cuello con el Toisón. El embalsamador le había pintado mejillas y labios con carmín. El pobre Elliot, harto holgada la vestimenta para su encogido cuerpo, parecía un miembro del coro en una ópera de Verdi. ¡Triste Quijote de deleznable propósito! Cuando dos empleados de la funeraria lo metieron en su ataúd  le coloqué la espada de guardarropía a lo largo de su cuerpo consumido, entre las piernas, con las manos descansando sobre el pomo, como había visto yo en la tumba de cierto cruzado."

Al filo de la navaja - W. S. Maugham



miércoles, 29 de octubre de 2014

un acto de confianza

"Cuando veía que los demás se esforzaban por llegar a Dios no lo entendía. A pesar de que tal vez yo lo poseía menos que ellos, nadie interceptaba el camino entre Él y yo y me era fácil llegar a su corazón. La verdad es que es cosa suya poseernos, nosotros casi sólo hemos de permitir que pueda asirnos. En la escencia sana del alma no se realiza ningún esfuerzo por llegar a Dios, el amor hacia Él es la silenciosa dirección preponderante de nuestra naturaleza. "

Cartas a Benvenuta - Rainer M. Rilke


lunes, 27 de octubre de 2014

error fatal


" Pero antes de que pudiera cortar los cordones ocurrió la tragedia. Fue culpa suya o, mejor dicho, consecuencia de su error. No debió hacer la hoguera bajo las ramas del abeto. Debió hacerla en un claro. Pero le había resultado más sencillo recoger el material de entre las ramas y arrojarlo directamente al fuego. El árbol bajo el que se hallaba estaba cubierto de nieve. El viento no había soplado en varias semanas y las ramas estaban excesivamente cargadas. Cada brizna de hierba, cada rama que cogía, comunicaba al árbol una leve agitación, imperceptible a su entender, pero suficiente para provocar el desastre. En lo más alto del árbol una rama volcó su carga de nieve sobre las ramas inferiores, y el impacto multiplicó el proceso hasta acumularse toda la nieve del árbol sobre las ramas más bajas. La nieve creció como en una avalancha y cayó sin previo aviso sobre el hombre y sobre la hoguera. El fuego se apagó. Donde pocos momentos antes había crepitado, no quedaba más que un desordenado montón de nieve fresca."

Encender una hoguera - Jack London




viernes, 24 de octubre de 2014

the meaning of sitting down

"Entering at last, he walked through the confectioner's shop to the back room, which was a sort of pastry-cook restaurant, merely raising his hat to the young lady who was serving there. She was a dark, elegant, alert girl in black, with a high colour and very quick, dark eyes; and after the ordinary interval she followed him into the inner room to take his order.
     His order was evidently a usual one. "I want, please," he said with precision, "one halfpenny bun and a small cup of black coffee." An instant before the girl could turn away he added, "Also, I want you to marry me."
The young lady of the shop stiffened suddenly and said, "Those are jokes I don't allow."
     The red-haired young man lifted grey eyes of an unexpected gravity.
     "Really and truly," he said, "it's as serious—as serious as the halfpenny bun. It is expensive, like the bun; one pays for it. It is indigestible, like the bun. It hurts."
     The dark young lady had never taken her dark eyes off him, but seemed to be studying him with almost tragic exactitude. At the end of her scrutiny she had something like the shadow of a smile, and she sat down in a chair.
     "Don't you think," observed Angus, absently, "that it's rather cruel to eat these halfpenny buns? They might grow up into penny buns. I shall give up these brutal sports when we are married."
The invisible man - G. K. Chesterton


miércoles, 22 de octubre de 2014

plenitud

"Pero si al menos  supiera, si supieras, Benvenuta, tú que te has acercado a mí, cuando tengo delante una cartita como ésta (qué hermosa es esta última, toda ella respira un único y dilatado espíritu, como si hubiera sido escrita a la luz de la luna!) Cuando vuelva a brillar la luna la leeré junto a la ventana de mi habitación a oscuras), cuando tengo una carta así, Benvenuta, si pudieras ver cómo bajo las escaleras temeroso y con el corazón rebosante, apretando los dientes en el labio inferior como los niños cuando llevan una taza muy llena"

Cartas a Benvenuta - Rainer M. Rilke


lunes, 20 de octubre de 2014

atado por el teas-made

"No volví en mí hasta ya cerca de las tres y media, cuando Mrs. Irlam llamó a mi puerta. Me trajo encima de una bandeja de plata, por lo visto como deferencia especial de bienvenida, un aparato eléctrico cuya naturaleza me era desconocida. Se trataba, según me explicó, de una llamada teas-maid, una combinación de reloj despertador y máquina de hacer el té. El aparato, que era de brillante acero inoxidable y estaba colocado encima de un pedestal de chapa de color marfil, parecía, cuando al preparar el té salía vapor, una central eléctrica en miniatura, y la esfera del reloj fosforecía, como pude observar pronto al caer la tarde, en un suave color verde que me era familiar desde la infancia y por el que durante la noche siempre, inexplicablemente, me sentía protegido. Quizá sea ese el motivo por el que ahora, cuando pienso en la época de mi llegada a Manchester, me da la sensación de que fue el aparato que me trajo Mrs. Irlam, o Gracie -you must call me Gracie  había dicho - , a la habitación, ese aparato tan útil como singular, el que con su luminiscencia nocturna, su discreto borboteo matutino y su mera presencia a lo largo del día me hizo aferrarme en aquel entonces a la vida, cuando yo, encerrado como estaba en un estado para mí incomprensible de desapego, muy fácilmente podría haberme alejado de ella"

Los emigrados - W.G.Sebald






viernes, 17 de octubre de 2014

meanings

"He waited outside the drawing-room door until the waltz should finish, listening to the skirts that swept against it and to the shuffling of feet. He was still discomposed by the girl´s bitter and sudden retort. It had cast a gloom over him which he tried to dispel by arranging his cuffs and the bows of his tie. He then took from his waistcoast pocket a little paper and glanced at the headings he had made for his speech. He was undecided about the lines from Robert Browning, for he feared they would be above the heads of his hearers. Some quotation that they would recognise from Shakespeare or from the Melodies would be better. The indelicate clacking of the men´s heels and the shuffling of their soles reminded him that their grade of culture differed from his. He would only make himself ridiculous by quoting poetry to them which they could not understand. They would think that he was airing his superior education. He would fail with them just as he had failed with the girl in the pantry. He had taken up a wrong tone. His whole speech was a mistake from first to last, an utter failure."

The dead - James Joyce



miércoles, 15 de octubre de 2014

sin lloriquear

"El estado nunca se enfrenta voluntariamente con la conciencia intelectual o moral de un hombre sino con su cuerpo, sus sentidos. No se arma de honradez o de inteligencia sino que recurre a la simple fuerza física.  Yo no he nacido para ser violentado. Seguiré mi propio camino. Veremos quién es el más fuerte. ¿Qué fuerza tiene la multitud? Sólo pueden obligarme aquellos que obedecen a una ley superior a la mía. Me obligan a ser como ellos. Yo no oigo que a los hombres los obligen a vivir de tal o cual manera las masas. ¿Qué vida sería esa? Cuando veo que un gobierno me dice: "La bolsa o la vida", ¿porqué voy a apresurarme a darle mi dinero? Puede que se halle en grandes aprietos y no sepa qué hacer:  yo no puedo hacer nada por él; debe salvarse a sí mismo, como hago yo. No merece la pena lloriquear. Yo no soy el responsable del buen funcionamiento de la máquina de la sociedad. Yo no soy hijo del maquinista. Observo que cuando una bellota y una castaña caen al lado, una no permanece inerte para dejar espacio a la otra, sino que ambas obedecen sus propias leyes y brotan y crecen y florecen lo mejor que pueden, hasta que una acaso ensombrece y destruye a la otra. Si una planta no puede vivir de acuerdo con su naturaleza, muere, y lo mismo le ocurre al hombre"

Desobediencia civil - Henry D. Thoreau



lunes, 13 de octubre de 2014

consciente de la inconsciencia

"-Blanca, usted ya se confesó, ¿verdad?
-Sí Padre
-¿Conmigo?
-Sí Padre -me enardezco-, pero a usted le dije lo mismo que al padre Didier el año pasado, al padre Bonhomme hace dos años, al padre Duchemin, al padre Caselli hace tres meses. Siempre los mismos pecados: distracción, orgullo, indolencia...
El sacerdote hace un gesto de fastidio:
- Sí, si, ya sé. Pero ¿qué me dice usted de sí misma?
Lo miro con desconfianza, primero porque no sé hablar de mí misma y segundo porque no tengo nada interesante que decir. En mi casa, la conversación en la mesa gira en torno a lo que se ha hecho durante el día, enfatizando los encuentros fortuitos: "¡Saben a quién ví en madero!", pero nunca he oído a papá o a mamá definirse: "Yo soy, yo pienso, yo digo" Al contrario, no debe uno ponerse por delante. Así como nadie toma sus medicinas en la mesa, hablar de sí mismo es considerado de mal gusto como lo es hablar de dinero o de experiencias desagradables. Y mucho menos de enfermedades. Nunca he oído a mi padre o a mi madre decir: "Yo soy así" Al contrario, sólo la gente mal nacida hace confidencias. Sin embargo en los ojos del eclesiástico hay tanta solicitud, tanto afecto profundo y verdadero que en ese instante lo daría yo todo por tener algo importante que comunicar; una súbdita vocación religiosa, un terrible problema familiar, una irresistible inclinación al mal. Sus ojos son un abismo presto a incluir todos los precipicios, en particular el mío."

La flor de Lys - Elena Poniatowska



viernes, 10 de octubre de 2014

la indecencia básica de la pregunta

"Preguntar es el procedimiento básico de la relación totalitaria intersubjetiva:  no es necesario referirnos a casos tan ejemplares como el interrogatorio policíaco o la confesión religiosa; basta con recordar el abuso usual que se hace del enemigo en la prensa del socialismo real: cuanto más amenazadora es la pregunta "Quién está en realidad tras... [las demandas de libertad de prensa, de democracia] "Quién mueve en realidad los hilos de los llamados nuevos movimientos sociales? ¿Quién habla en realidad a través de ellos?", que la afirmación vulgar directa y positiva "Aquellos que piden libertad de prensa lo que en realidad quieren es abrir el espacio para la actividad de los poderes contrasocialistas y disminuir así la hegemonía de la clase obrera..."
El poder totalitario no es un dogmatismo que tenga todas las respuestas; es al contrario, la instancia que tiene todas las preguntas.
La indecencia básica de la pregunta consiste en su impulso a poner en palabras lo que habría que dejar sin decir, como en el conocido diálogo: "¿Qué estabas haciendo?" "Tú lo sabes" "Sí, pero quiero que tú me lo digas" Cuál es la instancia en el otro, en su destinatario, a la que la pregunta se dirige? Se dirige a un punto en el que la respuesta no es posible, donde falta la palabra, donde el sujeto queda expuesto en su impotencia. Podemos ilustrar esto mediante el tipo de pregunta inverso, no la pregunta de la autoridad a sus súbditos [subjects], sino la p regunta del sujeto-niño a su padre: lo que trata de lograr este tipo de pregunta siempre es atrapar al otro que encarna la autoridad en su impotencia, en su incapacidad, en su falta.
Bodenhaimer articula esta dimensión a propósito de la pregunta del niño a su padre: "Papá, ¿porqué el cielo es azul? " -el niño en realidad no está interesado en el cielo, la verdadera apuesta de la pregunta es poner en manifiesto la impotencia  del padre, su incapacidad frente al hecho contundente de que el cielo es azul, su incapacidad para justificar este hecho, para exponer toda la cadena de razones que llevan a ello. El azul del cielo se convierte entonces no sólo en el problema del padre, sino en cierta manera en su falla. "El cielo es azul y tú no haces nada más que mirarlo como un idiota, incapaz de hacer nada por ello" Una pregunta, aun cuando sólo se refiera a un determinado estado de cosas, siempre hace al sujeto formalmente responsable de ello, aunque sólo de un modo negativo -responsable, es decir, de su impotencia frente a este hecho."

El sublime objeto de la ideología - Slavoj Zizek


lunes, 6 de octubre de 2014

acerca de los libros

"La biblioteca se abría tres veces por semana por la noche, después de las horas de trabajo, y el jueves durante toda la mañana. Una maestra joven, de físico más bien ingrato, que dedicaba gratuitamente unas horas de su tiempo a la biblioteca, sentada detrás de una mesa bastante ancha de madera sin pintar, se ocupaba del préstamo de los libros. La habitación era cuadrada, las paredes enteramente cubiertas de anaqueles de madera desnuda y de libros encuadernados en tela negra. Había también una mesita con unas sillas para los que querían consultar rápidamente un diccionario, pues la biblioteca era sólo de préstamo, y un fichero alfabético que ni Jacques ni Pierre usaban nunca, pues su método consistía en pasearse delante de los anaqueles, elegir un libro por el título, y menos frecuentemente por su autor, anotar el número e inscribirlo en la ficha azul en la que se lo solicitaba. Para tener derecho al préstamo, bastaba con llevar un recibo de alquiler y pagar un derecho mínimo. La biblioteca contenía sobre todo novelas, pero muchas estaban prohibidas para los menores de quince años y ordenadas aparte. Y el método puramente intuitivo de los dos niños no constituía una verdadera elección entre los libros permitidos. Pero el azar no es lo peor para las cosas de la cultura y, devorando todo mezclado, los dos glotones engullían lo bueno al mismo tiempo que lo malo, sin preocuparse de retener nada, y en efecto, sin retener casi nado salvo una extraña y poderosa emoción que, a través de las semanas, los meses y los años, engendraba y hacía crecer en ellos todo un universo de imágenes y de recuerdos irreductibles a la realidad de todos los días, pero sin duda no menos presentes para estos niños ardorosos que vivían sus sueños con la misma violencia que sus vidas.
Lo que contuvieran los libros, en el fondo poco importaba. Lo que importaba era lo que sentían ante todo al entrar a la biblioteca, donde no veían las paredes de libros negros sino un espacio y unos horizontes múltiples que, no bien pasada la puerta, los arrancaban de la vida estrecha del barrio. Después venía el momento en que, provistos de los dos volúmenes a los que cada uno tenía derecho, los apretaban con el codo contra el costado, se deslizaban en el bulevar oscuro a esa hora, aplastando con los pies las bayas de los grandes plátanos y calculando las delicias que podían extraer de sus libros, comparándolos con los de la semana precedente, hasta que, al llegar a la calle principal empezaban a abrirlos bajo la luz incierta del primer reverbero para sacar alguna frase (por ej."era de un vigor poco común") que los fortaleciera en su alegre y ávida esperanza. Se separaban rápidamente y corrían hasta el comedor para abrir el libro sobre el hule, bajo la luz de la lámpara de petróleo. Un fuerte olor de cola subía de la grosera encuadernación que raspaba los dedos.
La forma en que el libro estaba impreso informaba ya al lector del placer que le proporcionaría A P. y a J. no les gustaba la composición ancha, con grandes márgenes, en que se complacen los autores y los lectores refinados, sino las páginas llenas de caracteres pequeños, alineados en renglones poco separados, llenas hasta el borde de palabras y de frases, como esos enormes platos rústicos donde pueden comer varios a la vez y durante largo rato sin agotarlos jamás, y que son los únicos capaces de calmar ciertos apetitos enormes. De nada les serviría el refinamiento, no conocían nada y querían saberlo todo. Poco importaba que el libro estuviera mal escrito y groseramente compuesto, con tal de que la escritura fuera clara y llena de vida violenta; esos libros y sólo ésos les daban el alimento de sueños que les permitirían dormir después profundamente.
Cada libro, además tenía un olor particular según el papel en que estaba impreso, olor fini, secreto en cada caso, pero tan singular que J. hubiera podido distinguir a ediciones corrientes que publicaba entonces Fasquelle. Y cada uno de esos olores, aun antes de que empezara la lectura arrebataba a Jacques a otro universo lleno de promesas ya [cumplidas] que empezaba a oscurecer la habitación donde se encontraba, a suprimir el barrio mismo y sus ruidos, la ciudad y el mundo entero, que desaparecían totalmente no bien empezaba la lectura con una avidez loca, exaltada, que terminaba por sumergirlo en una embriaguez total de la que no conseguían sacarlo ni siquiera las órdenes repetidas"

El primer hombre .- Albert Camus


viernes, 3 de octubre de 2014

los límites de la cercanía

"Mi padre tenía sobre mí una rara influencia. ¡Qué extraña era nuestra intimidad! De mi educación no se cuidaba casi en absoluto y hablaba apenas conmigo; pero no me reñía ni me molestaba nunca, respetaba mi libertad, y era, si he de emplear la frase, diferente conmigo...; sólo que nunca trataba de atraerme hacia él.
Yo le quería y no me cansaba de mirarle. Me parecía un modelo de hombre, ¡y sabe Dios con qué entusiasmo me hubiese acogido a él, de no haber sentido constantemente su mano que me alejaba!
Por el contrario, queriendo, con una palabra, con un solo movimiento hubiera podido despertar en mi una confianza ilimitada.
Le abrí mi alma y charlé con él, como un amigo indulgente, con un educador condescendiente.        Entonces él me dejó; su mano me rechazaba, aunque amistosamente, con dulzura...
A veces se hallaba en tan alegre disposición de ánimo, que se dejaba abordar, decidido como un chiquillo a alborotar conmigo -tenía predilección por todos los ejercicios corporales-. Una vez, pero una sola y única vez, me acarició con tanta ternura que casi rompí a llorar.
Pero su buen humor, como su ternura, desaparecían sin dejar rastro, y cuanto había ocurrido entre nosotros no me daba esperanza alguna para el futuro:  era como si hubiese visto todo aquello en un sueño. Sí; observando su rostro, vivo e inteligente, mi corazón temblaba, mientras todo mi ser aspiraba a él; sucedía a veces como si él percibiese cuanto ocurría en mí, y entonces, al pasar, se cuidaba de acariciarme las mejillas y después se alejaba; ocurría también que se dedicaba a hacer cualquier cosa, o se ponía rígido, de pronto, como sólo él sabía hacerlo, y entonces, a mi vez, me encerraba en mí mismo, quedándome enteramente frío.
Los escasos accesos de su afecto hacia mí no respondían nunca a mis sordas y reiteradas insistencias, porque tenían siempre lugar de una manera inesperada.
Cuando, más adelante, he reflexionado sobre el carácter de mi padre, he llegado a la conclusión de que la vida familiar no le interesaba nada; indudablemente él amaba otra cosa, y en ello encontraba su satisfacción.
- Toma lo que puedas, pero no te confíes en los demás; hay que ser siempre dueño de sí, en esto consiste el arte de la vida- me dijo un día.
Otro día, en mi condición de joven democrático, comencé a hablar en su presencia de la libertad, (Estaba en uno de esos momentos suyos que yo llamaba buenos; entonces se le podía hablar de todo)
-Libertad -replicó- ¿Tú sabes lo que puede dar al hombre la libertad?
-¿Qué?
- La voluntad, la propia voluntad! La voluntad le dará fuerza, que es más que la libertad. Aprende a querer y serás libre y mandarás.
Mi padre, sobre todas las cosas, anhelaba vivir y vivía...Tal vez presentía que no le sería concedido gozar por mucho tiempo de su arte de vivir: murió a la edad de cuarenta y dos años."

Mi primer amor - Iván S. Turguéniev