viernes, 28 de noviembre de 2014

la nefasta pertenencia

"Para la mayoría la vida conventual era semillero de chismes, intrigas y conjuraciones:  toda la variedad de la pasión cabalista, como llamaba Fourier a ese amor por el poder que nos lleva a formar camarillas y bandos.  Esta pasión, dice el gran utopista, "es un entusiasmo calculador" La unión de cálculo y ambición es el veneno secreto que, conjuntamente, anima y corrompe, la vida de las asociaciones cerradas:  la Corte, la Iglesia, la Milicia, la Universidad, el Partido, la Academia.  La pasión cabalista, alianza de ambición y envidia, sobre todo en su forma vulgar:  la politiquería, busca para satisfacerse la complicidad de los demás. El precio es alto:  para servirse de los otros, el ambicioso no tiene más remedio que servirlos. Sor Juana se quejó mucho de las intrigas y envidias de sus hermanas; es casi seguro, además, que su renuncia a las letras haya sido el resultado de una cábala clerical en su contra. Pero ella también, según se verá más adelante, dominó este arte hecho de ingenio, disimulo, paciencia y sangre fría. Sobrevivió durante más de veinte años de vida conventual y de intrigas ecclesiásticas y palaciegas, no sólo gracias a sus prendas morales e intelectuales sino a su habilidad. La forma en que se sirvió de sus relaciones con el palacio virreinal revela un tino político nada común. Como las otras mujeres de su familia, Juana Inés fue una naturaleza correosa y flexible, terca y sinuosa, deferente pero obstinada."

Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe - Octavio Paz


miércoles, 26 de noviembre de 2014

pensamientos retorcidos

" De camino a la escuela Erika ve inevitablemente por todos lados la destrucción de individuos y comestibles, pocas veces ve que algo crece y florece. Tan sólo en el parque del ayuntamiento o en el parque público, donde las rosas y los tulipanes brotan carnosos. Pero incluso éstos se precipitan, porque llevan en sí mismos el proceso de descomposición. Es lo que piensa Erika. En sólo el arte tiene una existencia más duradera. Erika lo cuida, lo poda, lo ata a una guía, lo desmaleza y finalmente cosecha. Pero, ¿quién sabe todo lo que se ha perdido o ha sido acallado injustamente? Cada día muere una pieza musical, una novela o un poema porque ya no posee razón de existencia en nuestro tiempo. Y lo que parecía eterno ha perecido, ya nadie lo conoce. Aun cuando habría merecido seguir existiendo. En el curso de piano de Erika ya hay niños que machacan a Mozart o a Haydn, los más avanzados se deslizan sobre los patines de Brahms y Schumann, cubriendo el bosque de la literatura musical con sus babas de caracol. "

La profesora de piano - Elfriede Jelinek



lunes, 24 de noviembre de 2014

the little hard flame of truth

"I saw the Daily Mirror   to-day -the Zeppelin wrecks, etc.,how exhausted one is by all this fury of strident lies and foul death. But less and less does the world matter to one -people, and all they say or do, life, all that is out there in the world - it ceases to have any significance. Nothing matters, in the end, but the little hard flame of truth  one had inside oneself and which does not blow about in the draught of blasphemus living. It seems to me, things matter to one less and less and less, till little remains to one but the pure abstraction within one, and that is inviolable.

Still, I know that there are some other people, who have the same abstraction, who live finally by the central truth, and by nothing of the loathsome outer world. And in the end, I hope we can add our spirit together, unite in essential truthfulness, and create a new well-shapen life out of the smashed mess of the old order - I do believe we can, in time. But we have to give ourselves time -heaven knows how long."

September,27, 1916

The letters D.H. Lawrence



viernes, 21 de noviembre de 2014

porque no nos conocemos

-Me acuerdo que cuando la corriente se iba en casa de mi abuela, era costumbre que todos tuviéramos que decir alguna cosa- continuó Shoba.
Shukumar apenas podía ver sus ojos, si bien su tono le decía que tenía los ojos entrecerrados, como si trataran de concentrarse en un objeto distante. Era un hábito que tenía.
- ¿Qué tipo de cosa?
-No sé. Unos versos cortos. Un chiste. Un dato cualquiera acerca del mundo. Por alguna razón mis parientes siempre querían que les dijera los nombres de mis amigas en América. No sé porqué les interesaba tanto esa información. La última vez que vi a mi tía, me preguntó por cuatro chicas con quien fui a la escuela en Tucson. Yo apenas si me acordaba de ellas.
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 -¿Porqué no lo hacemos- propuso ella de repente.
-¿Hacer qué?
-Decirnos algo en la oscuridad
-¿Cómo qué? No me acuerdo de ningún chiste.
- No, no hablo de chistes -Shoba pensó por un minuto- ¿Por qué no nos decimos algo que nunca nos hayamos dicho antes?
-En la escuela jugábamos a un juego así - recordó Shukumar - Cuando bebíamos más de la cuenta.
-Ya. Te refieres al juego de contar verdades. Pero yo quiero decir otra cosa. Muy bien, empiezo yo. -Shoba bebió un sorbo de vino - La primera vez que estuve a solas en tu apartamento, espié en tu agenda de direcciones, para ver si habías apuntado la mía. Me parece que entonces hacía dos semanas que nos conocíamos.
-¿Dónde estaba yo?
-Al teléfono, en la habitación de al lado. Era tu madre, así que supuse que estarías ocupado un buen rato. Quería saber si mi consideración había ascendido del simple teléfono garrapateado en una margen del periódico.
-¿Y era así?
-No. Pero no me desanimé. Ahora te toca a ti."

Intérprete de emociones - Jhumpa Lahiri



miércoles, 19 de noviembre de 2014

justicia vaga

"Cuando Honda reflexionaba sobre su propio carácter no tenía otro remedio que reconocer que era un hombre poseído por una gran fuerza de voluntad. Sin embargo, no podía evitar al mismo tiempo el pensamiento receloso de que tal voluntad nada podría cambiar en el curso futuro del mundo. ¿Futuro? Nada de la vida contemporánea. A menudo había emitido fallos que resolvían sobre la vida y la muerte de sus semejantes. Un veredicto con una sentencia de muerte podría aparecer como algo trascendental, de gran significado en el momento de ser dictado; pero con el paso de los años, puesto que todos los hombres deben morir, la decisión se transformaba en poca cosa:  apenas una imperceptible aceleración que había apresurado un poco el destino final de un hombre. Su muerte se inscribía en un libro especial, y, a partir de ahí, el olvido se encargaba de arrinconar y convertir en humo aquel episodio. En cuanto a las desagradables condiciones en que se desenvolvía el mundo actual, aunque su voluntad nada tenía que ver con ellas ni con las causas que las produjeran, debía encontrarse siempre a entera disposición de ellas; pero también debía resolver según inalterables principios de justicia. Lo único que podía afirmar es que ignoraba cuántas veces el juicio provenía de su pura razón y cuántas estaba condicionado por el modo de pensar del momento en que había emitido el juicio."

Caballos desbocados - Yukio Mishima



lunes, 17 de noviembre de 2014

a striking realization

"In the nine o'clock twilight, as I approached the school building from across the street, there was a light on in the orthopedic appliances shop. I was startled to see a live person in the shopcase, a hefty girl of about thirty, in a green, yellow and lavender chiffon dress. She was changing the truss on the wooden dummy. As I came up to the show window, she had evidently just taken off the old truss; it was under her left arm (her right "profile" was toward me), and she was lacing up the new one on the dummy. I stood watching her, fascinated, till suddenly she sensed, then saw, that she was being watched. I quickly smiled--to show her that this was a no hostile figure in the tuxedo in the twilight on the other side of the glass--but it did no good. The girl's confusion was out of all normal proportion. She blushed, she dropped the removed truss, she stepped back on a stack of irrigation basins--and her feet went out from under her. I reached out to her instantly, hitting the tips of my fingers on the glass. She landed heavily on her bottom, like a skater. She immediately got to her feet without looking at me. Her face still flushed, she pushed her hair back with one hand, and resumed lacing up the truss on the dummy. It was just then that I had my Experience. Suddenly (and I say this, I believe, with all due self-consciousness), the sun came up and sped toward the bridge of my nose at the rate of ninety-three million miles a second. Blinded and very frightened--I had to put my hand on the glass to keep my balance. The thing lasted for no more than a few seconds. When I got my sight back, the girl had gone from the window, leaving behind her a shimmering field of exquisite, twice-blessed, enamel flowers."

De Daumier-Smith´s Blue Period - J.D. Salinger




viernes, 14 de noviembre de 2014

ideas inútiles

"Cuando los colonizadores veteranos dicen "Hay que comprender el país", lo que quieren decir es: "Tendrá que acostumbrarse a nuestras ideas sobre los indígenas" De hecho dicen: "Aprenda nuestras ideas, o si no, márchese: no le queremos"  Muchos de esos jóvenes se habían educado en vagas ideas sobre la igualdad. Les horrorizaba, las primeras semanas, ver cómo se trataba a los indígenas. Cien veces al día les sublevaba ver con qué desprecio se hablaba de ellos, como si fueran ganado; o los golpes, o las miradas. Les habían preparado para tratarlos como seres humanos. Pero no podían hacer frente a la sociedad a la que se unían. No tardaban mucho en cambiar. Era duro, desde luego, volverse igual de malos. Pero no pensaban en eso durante mucho tiempo como algo "malo" . Y de todos modos, ¿en qué habían consistido esas ideas? Ideas abstractas sobre la decencia y la buena voluntad, eso era todo: ideas meramente abstractas. A la hora de la  verdad, nunca se tenía contacto con los indígenas salvo en la relación amo-sirviente. Nunca se les conocía en sus propias vidas, como seres humanos. Al cabo de pocos meses, aquellos jóvenes decentes y sensibles se habían vuelto rudos, de acuerdo con el duro país, árido y calcinado, a que habían llegado: habían adquirido nuevas maneras a tono con sus curtidos miembros tostados y sus cuerpos endurecidos."

Canta la hierba - Doris Lessing


miércoles, 12 de noviembre de 2014

cuando el tiempo se detiene

"¿Cuánto tiempo había vivido Joachim en realidad con Hans Castorp hasta su partida? ¿Cuánto tiempo había vivido con él en general? ¿Cuándo, ateniéndose al calendario, había tenido lugar aquella primera partida en contra de los deseos del doctor? ¿Cuánto tiempo había estado Joachim ausente? ¿Cuándo había vuelto, y cuánto llevaba Hans Castorp allí hasta que volvió Joachim y luego quedó al margen del tiempo al fallecer? ¿Cuánto tiempo, dejado de lado Joachim, había estado ausente Madame Chauchat? ¿Desde cuándo se encontraba de nuevo allá arriba, pues estaba otra  vez en el sanatorio? Y ¿Cuánto tiempo terrenal había vivido Hans Castorp en el Berghof hasta que ella volvió?

Lo único que hubiese podido hacer Hans Castorp ante todas estas preguntas -suponiendo que se hubiesen formulado, cosa que, por otra parte, nadie hizo, él mismo tampoco, pues debía tener miedo de plantearlas- habría sido darse golpecitos con las yemas de los dedos sobre la frente; no habría sabido qué responder, un fenómeno tan inquietante como aquella incapacidad para decir a Settembrini la edad que tenía, algo que le habría sucedido la noche de su llegada y que ahora se había agravado, pues decididamente ya no tenía noción de su propia edad.
Esto puede parecer extraño, pero está muy lejos de ser sorprendente o increíble, pues, en determinadas condiciones, puede ocurrirle a cualquiera de nosotros. Si tales condiciones se hiciesen realidad, nada podría impedirnos perder toda conciencia del paso del tiempo y, por consiguiente, de nuestra edad.  Este fenómeno es muy posible, dado que no poseemos ningún órgano interior para percibir el tiempo y, por lo tanto, somos incapaces para determinarlo por nosotros mismos desde un punto de vista absoluto, o siquiera medianamente fiable, sin ayuda de referencias exteriores. Por ejemplo, unos mineros que quedaron atrapados bajo tierra, privados de toda posibilidad de observar la sucesión del día y la noche, calcularon, cuando se consiguió salvarlos, que el tiempo que habían pasado en la oscuridad, debatiéndose entre la esperanza y la desesperación, habían sido tres días. En realidad habían permanecido allí enterrados diez días. Uno pensaría más bien que, sumidos en la angustia, el tiempo se les debía haber hecho largo; sin embargo, tenían la sensación de que se había reducido a menos de la tercera parte de su duración objetiva.  Parece, pues, que en circunstancias anormales en las que el hombre se ve impotente, se tiende a percibir el tiempo de forma abreviada que a sobrestimarlo."

La montaña mágica - Thomas Mann



lunes, 10 de noviembre de 2014

aromas vitales

"Penetrar en aquella casa y en sus secretos había sido asombrosamente fácil, como una seducción no planeada. La casa tenía un olor que ella no acababa de identificar, rancio pero también cálido: el que queda bajo los cojines del sofá, junto con las horquillas y las monedas perdidas, un remoto aroma revenido endulzado por tufillos vitales, de quitamanchas y pan de ajo cocido en el horno. Joe se llevaba consigo aquel olor a la casa de Alexandra, un olor fiable, mucho más vivo en los días de invierno: los niños en el colegio, los carboneros con caperuza negra revoloteando junto al comedero, Orchard Road resplandeciente por la nieve del día anterior, los carámbanos empezando a gotear desde los aleros, su propia piel rosada y su carne de gallina por el baño que acababa de tomar, anticipando la visita de Joe. Él aparcaba su camioneta detrás de la casa, entraba por el porche trasero y se quitaba  el grueso chaquetón, gastado por algunas zonas, y lo dejaba caer encima de su alfombra de retales entretejidos, y también tiraba al suelo su vistoso sombrero de ala estrecha; su aroma masculino, entre agrio y dulce, surgía de su mugriento jersey de trabajo de lana verde, así como del cuello de su camisa y de la camiseta de tirantes pasada de moda que exhibía sus espumosas axilas cuando ella, cubierta sólo con su albornoz azul, se lanzaba a abrazarlo."

Las viudas de Eastwick - John Updike




miércoles, 5 de noviembre de 2014

beliefs are beliefs

"All this war, this talk of nationality, to me is false. I feel no nationality, not fundamentally. I feel no passion for my own land, nor my own house, nor my own furniture, nor my own money. Therefore I won´t pretend any. Neither will I take part  in the scrimmage, to help my neighbour. It is his affair to go in or to stay out, as he wishes. If they had compelled me to go in, I should have died. I am sure. One is too raw, one fights too hard already, for the real integrity of one´s being. That last straw of compulsion would have been too much, I think.
Christianity is based on the love of self, the love of property, one degree removed. Why should I care for my neighbour´s property, or my neighbour´s life, if I do not care for my own? If the truth of my spirit is all that matters to me, in the last issue, then on behalf of my neighbour, all I care for is the truth of his spirit. And if his truth is his love of property, I refuse to stand by him, whether he be a poor man robbed of his cottage, his wife and children, or a rich man robbed of his merchandise. I have nothing to do with him, in that wise, and I don´t care whether he keep or lose his throat, on behalf of his property.  Property, and power -which is the same- is not the criterion. The criterion is the truth of my own intrinsic desire, clear of ulterior contamination."

Letters - D.H.Lawrence



lunes, 3 de noviembre de 2014

el costo del conocimiento

"...existe una apreciable minoría que objeta la pornografía o le tiene repulsión no porque la crea sucia, sino porque sabe que puede ser un arma para las personas que sufren aberraciones psíquicas y un medio para envilecer a los moralmente inocentes. Yo también le tengo aversión a la pornografía por estas razones, y me inquietan las consecuencias de su creciente difusión. Pero ¿Qué es lo que está verdaderamente en juego? La preocupación por los usos del conocimiento mismo. En cierto sentido todo conocimiento es peligroso, porque no todas las personas se encuentran en las mismas condiciones como conocedoras reales o potenciales. Quizá la mayoría de las personas no necesitan "una escala de experiencias más vasta" . Puede suceder que sin una preparación psicológica sutil y de gran magnitud, cualquier expansión de la experiencia y la conciencia sea destructiva para la mayoría de los individuos. Entonces deberíamos preguntarnos qué es lo que justifica la confianza temeraria e ilimitada que depositamos en la actual difusión masiva de otros tipos de conocimientos, y qué es lo que justifica la aprobación optimista que dispensamos a la transformación y ampliación de las aptitudes humanas mediante el empleo de máquinas.
El problema no gira en torno a la existencia de la conciencia o del conocimiento, sino en torno a la calidad de la conciencia y del conocimiento. Y esto invita a meditar sobre la calidad o refinamiento del sujeto humano, el más problemático de todos los patrones. No parece errado afirmar que la mayoría de los miembros de esta sociedad que no están activamente locos son, en el mejor de los casos, lunáticos reformados o potenciales. Pero ¿acaso se presume que alguien deberá actuar sobre la base de este dato, o incluso debería convivir auténticamente con él?.   Si tantas personas hacen equilibrios sobre el filo del asesinato, de la deshumanización, de la deformidad sexual y de la desesperación, y si nosotros debiéramos actuar guiándonos por ello, habría que aplicar una censura mucho más drástica que la que imaginaron jamás los indignados enemigos de la pornografía. "

Estilos radicales - Susan Sontag