"Jean Baudrillard explica el final de la historia con la imagen de un cuerpo que, en virtud de la aceleración, se libera de la fuerza de gravedad: "De acuerdo con esta imagen cabe suponer que la aceleración de la modernidad, técnica, incidental, mediática, la aceleración de todos los intercambios económicos, políticos, sexuales, nos ha conducido a una velocidad de liberación tal que nos hemos salido de la esfera referencial de lo real y de la historia" Según Baudrillard es necesaria "cierta lentitud" para que los acontecimientos puedan condensarse o cristalizar en historia. La imagen de Baudrillard del cuerpo que se acelera sugiere que la aceleración es la responsable del fin de la historia, que es la causa de la amenazante pérdida de sentido. En virtud de la aceleración -dice esta "convincente hipótesis" -, las cosas son expulsadas de la esfera referencial dotadora de sentido y se descomponen en fragmentos, en partículas de lo real, aisladas en sí mismas, que dan tumbos en un espacio vaciado de sentido. Esta inmensa energía cinética, cuyo origen no nos lo han dado a conocer, arranca a las cosas de su órbita, es decir, de su relación de sentido:
Más allá de este efecto gravitacional que mantiene a los cuerpos en órbita, todos los átomos de sentido se pierden en el espacio. Cada átomo prosige en su propia trayectoria hacia el infinito y se pierde en el espacio. Exactamente eso es lo que estamos viviendo en nuestras sociedades actuales, que se empeñan en acelerar todos los cuerpos, todos los mensajes, todos los procesos en todos los sentidos [...] Cada hecho,político, histórico, cultural, está dotado de una energía cinética que lo desgaja de su propio espacio y lo propulsa a un hiperespecio donde pierde todo su sentido, puesto que jamás regresará de allí."
El aroma del tiempo - Byung-Chul Han
" Ninguna aventura de la imaginación tiene más valor literario que el más insignificante episodio de la vida cotidiana" Gabriel García Márquez
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viernes, 15 de enero de 2016
tiempo y sentido
viernes, 1 de enero de 2016
estar en el camino
"El intervalo temporal se extiende entre dos situaciones o acontecimientos. El intermedio es un tiempo de transición, en el que uno no se encuentra en una situación definida. Nada puede definir este "en medio de". El exceso de indefinición genera un sentimiento de inquietud y angustia, más concretamente, un sentimiento límite. (Schwellengefühl). El paso a lo desconocido inquieta y angustia. En el umbral vacila. También el recelo forma parte de un sentimiento límite. El intermedio que separa la partida de la llegada es un tiempo indefinido, en el que hay que prever lo imprevisible. Pero también es el tiempo de la esperanza o de la espera que prepara la llegada.
El camino que separa el lugar de partida de la meta es un intervalo. Posee una semántica rica, como el propio lugar. La peregrinación, por ejemplo, no es un espacio intermedio vacío que habría que recorrer lo más rápido posible. Es, más bien, constitutivo de la meta a la que se llega. Estar en camino adquiere aquí una gran importancia. El caminar apunta a la penitencia, la sanación o el agradecimiento. Es una plegaria. El peregrinaje no es un mero andar, sino una transición a un lugar. El peregrino se dirige, temporalmente, al futuro, en el que espera su curación. En este sentido, no es un turista. Éste no conoce ninguna transición. En todos los sitios se trata del aquí y el ahora. El turista no está en camino en sentido estricto. Los caminos son reducidos a trayectos vacíos que no merecen visita alguna. La totalización del aquí y el ahora despoja a los espacios intermedios de cualquier semántica. En la actualidad, esa experiencia se caracteriza por ser muy pobre en transiciones.
Cuando uno se dirige únicamente a un objetivo, el intervalo espacial hasta el destino solo es un obstáculo que debe superarse lo más rápido posible. La orientación exclusiva a una meta hace que el espacio intermedio no tenga ninguna importancia, lo reduce a un pasillo sin valor propio. La aceleración conlleva un empobrecimiento semántico del mundo. "
El aroma del tiempo - Byung-Chul Han
El camino que separa el lugar de partida de la meta es un intervalo. Posee una semántica rica, como el propio lugar. La peregrinación, por ejemplo, no es un espacio intermedio vacío que habría que recorrer lo más rápido posible. Es, más bien, constitutivo de la meta a la que se llega. Estar en camino adquiere aquí una gran importancia. El caminar apunta a la penitencia, la sanación o el agradecimiento. Es una plegaria. El peregrinaje no es un mero andar, sino una transición a un lugar. El peregrino se dirige, temporalmente, al futuro, en el que espera su curación. En este sentido, no es un turista. Éste no conoce ninguna transición. En todos los sitios se trata del aquí y el ahora. El turista no está en camino en sentido estricto. Los caminos son reducidos a trayectos vacíos que no merecen visita alguna. La totalización del aquí y el ahora despoja a los espacios intermedios de cualquier semántica. En la actualidad, esa experiencia se caracteriza por ser muy pobre en transiciones.
Cuando uno se dirige únicamente a un objetivo, el intervalo espacial hasta el destino solo es un obstáculo que debe superarse lo más rápido posible. La orientación exclusiva a una meta hace que el espacio intermedio no tenga ninguna importancia, lo reduce a un pasillo sin valor propio. La aceleración conlleva un empobrecimiento semántico del mundo. "
El aroma del tiempo - Byung-Chul Han
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