domingo, 27 de abril de 2014

as we change...

"When I got outside I walked along the street for some time, mechanically, blindly.  Then, suddenly I felt something metallic in my hand; a wave of fear and horror and loathing came over me, but instantly I remembered that  it was only the hairpins he had put in my hand.  I stopped and looked at them and they were really only hairpins, nothing more.
Holding the hairpins in my hand I dragged myself home, walking unevenly, like an invalid.  And still pinned to my blouse, crumpled, was the sprig of bird-cherry blossoms.  And around the sleeping city was the very same night as two hours before.  And above the massive stone houses stood the moon, surrounded by light, smoky clouds, and the same misty, foggy distance beyond the innumerable rooftops of the city.
And the same scent of apple blossoms, cherry blossoms and grass in the air..."

Without bird-cherry blossoms - Pantaleimon Romanov




domingo, 20 de abril de 2014

la memoria del tiempo

"Algo me fue dado, algo me fue quitado. Lo que está definitivamente ausente en mi infancia:  haber  tenido un padre, haber crecido al lado de él en la dulzura del hogar familiar.  Sin nostalgias y sin extraordinaria ilusión sé que esto me faltó. Cuando un hombre, día tras día, mira cambiar la luz en el rostro de la mujer que ama, cuando espía cada resplandor furtivo de su hijo. Todo esto, que jamás ningún retrato ni ninguna foto podrá captar. Pero me acuerdo de todo lo que recibí cuando llegué por primera vez a Africa:  una libertad tan inmensa que me quemaba, me embriagaba y la gozaba hasta el dolor.
No quiero hablar de exotismo; los niños son absolutamente ajenos a este vicio.  No porque vean a través de los seres y de las cosas, sino porque, justamente, sólo ven eso:  un árbol, un hueco en la tierra, una colonia de hormigas constructoras, una banda de chicos turbulentos en busca de un juego, , un  viejo de ojos nublados que tiende una mano descarnada, una calle en un pueblo africano un día de mercado, eran las calles de todos los pueblos, todos los chicos, todos los árboles, todas las hormigas.  Ese tesoro está  siempre vivo en el fondo de mí y no puede ser extirpado. Mucho más que de simples recuerdos, está hecho de certezas.
Si no hubiera tenido ese conocimiento carnal con Africa, si no hubiera recibido esa herencia de mi vida antes de mi nacimiento, ¿en qué me hubiera convertido?
Hoy existo, viajo, a mi vez he formado una familia y me he arraigado en otros lugares. Sin embargo, a cada instante, como una sustancia etérea que circula entre las paredes de lo real, me siento traspasado por el tiempo de otra época, en Ogoja.  Por bocanadas me sumerge y me aturde. No sólo esta memoria de niño, extraordinariamente precisa para todas las sensaciones, los olores, los gustos, las impresiones del relieve y el sentimiento de duración.
Ahora, al escribirlo, lo comprendo. Esa memoria no es sólo mía. Es también la memoria del tiempo que precedió a mi nacimiento, cuando mi padre y mi madre caminaban juntos por las rutas del país alto, en los reinos del oeste de Camerún."

El africano - J.M.G Le Clézio



martes, 15 de abril de 2014

hacer algo ...

"En la vida moderna -una vida en la cual lo superfluo reclama nuestra atención- parece normal apartarse de las imágenes que simplemente nos provocan malestar. Mucha más gente cambiaría de canal si los medios informativos dedicasen más tiempo a los pormenores del sufrimiento humano causado por las guerras y otras infamias.  Pero probablemente no sea cierto que la gente responde en menor medida.
El hecho de que no seamos transformados por completo, de que podamos apartarnos, volver la página, cambiar de canal, no impugna el  valor ético de un asalto de imágenes.  No es un defecto que no seamos abrasados, que no suframos lo suficiente , cuando las vemos.  Tampoco se supone que la fotografía debe remediar nuestra ignorancia sobre la historia y las causas del sufrimiento que selecciona y enmarca.  Tales imágenes no pueden ser más que una invitación a prestar atención, a reflexionar, a aprender, a examinar las racionalizaciones que sobre el sufrimiento de las masas nos ofrecen los poderes establecidos. ¿Quién causó lo que muestra la foto? ¿Quién es el responsable? ¿Se puede excusar? ¿Fue inevitable? ¿Hay un estado de cosas  que hemos aceptado hasta ahora y que debemos poner en entredicho? Todo ello en el entendido de que la indignación moral, como la compasión, no puede dictar el curso de las acciones.
La frustración de no poder hacer algo relativo a lo que muestran las imágenes quizá puede traducirse en la acusación de que es indecente contemplarlas o de que es indecente el modo en que se difunden acompañadas, como bien podría ser el caso, de anuncios de emolientes, analgésicos o todo terrenos. Si pudiéramos hacer algo al respecto de lo que muestran las imágenes, tal vez estas cuestiones nos importarían mucho menos

Ante el dolor de los demás - Susan Sontag