viernes, 27 de mayo de 2016

alrededor de la mesa

"En la  versión paradigmática de la mesa familiar parece haber tres fases. En la primera te gradúas de la infancia para obtener un sitio en la mesa, donde te pasas varios años observando con cautela cómo se comporta la gente mayor que tú.  En la segunda te empiezas a rebelar contra el orden de la mesa, contra los "modales de la mesa", que ahora te parece que encarnan todo lo que tiene de falso y de hipócrita la sociedad y la familia en particular.  Tu rebelión puede llegar al punto de que te lleves un plato de comida al dormitorio y te lo comas ahí, o bien cojas la comida directamente de la nevera.
Luego, en la tercera fase -la fase que tú describes- vuelves a descubrir la mesa, como lugar de integración, y hasta empiezas a defender los valores de la mesa en contra de sus miembros más jóvenes y rebeldes.
Lo que me interesa son las costumbres que se han desarrollado alrededor de la mesa. Así  pues, pese al hecho de que la mesa es precisamente un lugar al que llevas tus apetitos para satisfacerlos, el protocolo dicta que hay que refrenar ese apetito y -por lo menos formalmente- ceder el paso a los apetitos ajenos. ("Por favor, después de ti") Además saciar los propios apetitos en silencio atenta contra los "buenos modales":  la mesa de la cena se convierte en una especie de cónclave donde se airean los asuntos familiares del tipo más superficial.  En estas conversaciones familiares, la primera norma es que no hay que dar rienda suelta a las pasiones, por mucho que bullan bajo la superficie. (Esto es, por supuesto, lo que a los niños que se acercan a la edad de rebelarse les resulta más insufrible de las comidas familiares :  lo que tienen de representación )
Tal vez haya otra fase en el paradigma. Los hijos ya han abandonado el nido y el padre y la madre se han quedado solos a ambos lados de la mesa. ¿Acaso hablarán entre ellos (obedeciendo, sin embargo, la norma que prohíbe el habla apasionada) o bien incurrirán en un silencio que se irá extendiendo, y enquistando, año tras año?."

Aquí y ahora - Cartas 2008-2011 - Paul Auster y J.M. Coetzee




viernes, 20 de mayo de 2016

desde el margen

He nacido en un tiempo en que la mayoría de los jóvenes habían perdido la creencia en
Dios, por la misma razón que sus mayores la habían tenido: sin saber por qué. Y entonces,
porque el espíritu humano tiende naturalmente a criticar porque siente, y no porque piensa,
la mayoría de los jóvenes ha escogido a la Humanidad como sucedáneo de Dios.
Pertenezco, sin embargo, a esa especie de hombres que están siempre al margen de aquello
a lo que pertenecen, no ven sólo la multitud de la que son, sino también los grandes
espacios que hay al lado. Por eso no he abandonado a Dios tan ampliamente como ellos ni
he aceptado nunca a la Humanidad. He considerado que Dios, siendo improbable, podría
ser; pudiendo, pues, ser adorado; pero que la Humanidad, siendo una mera idea biológica, y
no significando más que la especie animal humana, no era más digna de adoración que
cualquier otra especie animal. Este culto de la Humanidad, con sus ritos de Libertad e
Igualdad, me ha parecido siempre una resurrección de los cultos antiguos, en que los
animales eran como dioses, o los dioses tenían cabezas de animales

El libro del desasosiego - Fernando Pessoa


viernes, 13 de mayo de 2016

paseo inocente


“_Disculpe señorita ¿puedo invitarla a pasear?
-Sí-respondió atolondrada, deprisa, antes de que él cambiara de idea.
-Si me permite ¿cuál es su nombre?
-Macabea.
-Maca ¿qué?
-Bea- se vio obligada a completar.
Disculpe pero parece el nombre de una enfermedad, de una enfermedad de la piel.
Los dos ignoraban cómo se pasea. Caminaron bajo la lluvia densa y se detuvieron delante del escaparate de una ferretería donde había expuesto caños, latas, tornillos grandes y clavos.
Macabea, temerosa de que el silencio ya significase una ruptura, dijo al recién enamorado:
-A mí me gustan mucho los tornillos y los clavos ¿y a usted?"

La hora de la estrella - Clarice Lispector


viernes, 6 de mayo de 2016

innocent and shy as magnolias


I am convinced that most people do not grow up. We find parking spaces and honor our credit cards. We marry and dare to have children and call that growing up. I think what we do is mostly grow old. We carry accumulation of years in our bodies and on our faces, but generally our real selves, the children inside, are still innocent and shy as magnolias.
We may act sophisticated and worldly but I believe we feel safest when we go inside ourselves and find home, a place where we belong and maybe the only place we really do.

Letter to my daughter - Maya Angelou