viernes, 20 de mayo de 2016

desde el margen

He nacido en un tiempo en que la mayoría de los jóvenes habían perdido la creencia en
Dios, por la misma razón que sus mayores la habían tenido: sin saber por qué. Y entonces,
porque el espíritu humano tiende naturalmente a criticar porque siente, y no porque piensa,
la mayoría de los jóvenes ha escogido a la Humanidad como sucedáneo de Dios.
Pertenezco, sin embargo, a esa especie de hombres que están siempre al margen de aquello
a lo que pertenecen, no ven sólo la multitud de la que son, sino también los grandes
espacios que hay al lado. Por eso no he abandonado a Dios tan ampliamente como ellos ni
he aceptado nunca a la Humanidad. He considerado que Dios, siendo improbable, podría
ser; pudiendo, pues, ser adorado; pero que la Humanidad, siendo una mera idea biológica, y
no significando más que la especie animal humana, no era más digna de adoración que
cualquier otra especie animal. Este culto de la Humanidad, con sus ritos de Libertad e
Igualdad, me ha parecido siempre una resurrección de los cultos antiguos, en que los
animales eran como dioses, o los dioses tenían cabezas de animales

El libro del desasosiego - Fernando Pessoa


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