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viernes, 31 de octubre de 2014

deseos cumplidos

"Recordé haber escuchado a Elliot que quería ser enterrado con su traje de máscara, pero lo tomé por un capricho pasajero y no se me ocurrió que lo dijera en serio. Joseph insistió en que sus deseos se cumplieran, y yo no vi razón alguna para impedirlo. Fue embalsamado  y luego fui yo con Joseph a  vestirlo con aquellas absurdas ropas. Resultó macabra la operación. Metimos las larguiruchas piernas en las sedeñas calzas, ajustándole luego los gresgüescos de tisú de oro. No fue sencillo meterle los brazos en las mangas del jubón. Colocamos en su lugar la gran gola almidonada y le echamos por los hombros la capa de seda.  Finalmente le tocamos con la gorra y le rodeamos el cuello con el Toisón. El embalsamador le había pintado mejillas y labios con carmín. El pobre Elliot, harto holgada la vestimenta para su encogido cuerpo, parecía un miembro del coro en una ópera de Verdi. ¡Triste Quijote de deleznable propósito! Cuando dos empleados de la funeraria lo metieron en su ataúd  le coloqué la espada de guardarropía a lo largo de su cuerpo consumido, entre las piernas, con las manos descansando sobre el pomo, como había visto yo en la tumba de cierto cruzado."

Al filo de la navaja - W. S. Maugham



miércoles, 3 de septiembre de 2014

rituales de sumisión

"La viuda poseía una viña en las colinas toscanas, y, según recuerdo, el Chianti que elaboraba es el mejor que he probado en Italia.  Su hija me daba clases de italiano todos los días. Aunque en ese entonces me pareció una mujer madura, no creo que superara los veintiséis años de edad. Había vivido momentos difíciles: su prometido, un oficial, había muerto en Abisinia, por lo que se había visto consagrada a la virginidad. Se daba por sentado que cuando falleciera su madre (una dama jovial de pecho abundante, con el cabello cano y sin la menor intención de morirse, ni un día antes de lo que el Señor estimara conveniente), Ersilia ingresaría en un convento. Sin embargo, la joven aguardaba ese momento con alegría. Le encantaba reír. Nos lo pasábamos muy bien a la hora de comer y cenar, pero se tomaba las clases en serio, y cuando yo cometía un fallo estúpido o no prestaba atención, me golpeaba los nudillos con una regla negra. Me habría indignado que me tratase como un crío de no haber sido porque me recordaba a los pedagogos chapados a la antigua sobre los que había leído en libros y que tanta gracia me hacían."

El velo pintado - William Somerset Maugham


viernes, 1 de agosto de 2014

that rarest thing

"I was once obliged to study anatomy, a very dreary business, since there is neither rhyme nor reason for the vast number of things you have to remember; but one remark made by my teacher, when he was helping me in the disection of a thigh, has always remained in my memory.  I was looking in vain for a certain nerve and it needed his greater skill to discover it in a place in which I had not sought it.  I was aggrieved because the text had misled me.  He smiles and said:
"You see, the normal is the rarest thing in the world"
And though he spoke of anatomy he might have spoken with equal truth of man.  The casual observation impressed itself upon me as many a profounder one has not and all the years that have passed since then, with increasing knowledge of human nature which they have brought, have only strengthened my conviction of its truth."

On a chinese screen  - William S. Maugham


miércoles, 30 de julio de 2014

en el pedir no hay engaño

"Monna Serafina los llevó a una salita, y Bartolomeo expuso el propósito de su visita. La cara de Monna Serafina se oscureció.
- ¡Oh, Messer Bartolomeo! Sabéis que siempre me he negado a estas cosas. Sabéis que tengo dos niños en casa. Y nunca sabe uno con quién da.
- Lo sé, lo sé, Serafina, pero de éstos respondo yo, Piero es mi primo y será un buen amigo para Luigi.
La discusión continuó. Bartolomeo, con aquella manera suya franca y cordial, se las arregló para insinuarle a la reacia mujer que la casa era suya y que si él se empeñaba podía echarla, y que su hijo mayor dependía de él para su ascenso; pero todo esto dicho de una manera tan amistosa y tan bromista que excitó la admiración de Machiavelo. Aquel hombre, por sencillo que pareciese, no tenia ni un pelo de tonto. Serafina era pobre y no podía atreverse a dejar mal a su casero.  Con una sonrisa ceñuda dijo por fin que sería muy feliz si pudiera hacerles a él y a sus amigos un servicio. Quedó convenido que Machiavelo dispondría de un cuarto y podría usar la salita. Piero se acostaría con su hijo Luigi, y se pondrían colchones para los dos criados en la azotea. La cantidad que pedía ella era elevada, y Bartolomeo lo notó, pero Machiavelo pensó que no estaría a tono con su dignidad oficial el regatear y dijo que la pagaría gustosamente. Sabía muy bien que nada predispone tanto a los demás en favor de uno como el que se les deje que le roben un poco. Las ventanas, naturalmente, no tenían cristales, pero sí postigos y mamparas de papel aceitado que podían ser abiertas del todo o en parte para dejar que  entrase el aire. Había chimenea en la cocina, y la salita se calentaba con un brasero. Serafina consintió en ceder su propio cuarto a Maquiavelo, y ella con su hija se trasladaron a otro más pequeño."

Entonces y ahora - William S. Maugham


sábado, 5 de julio de 2014

realidades poco claras

"A medida que nos hacemos mayores, nos hacemos más conscientes de la complejidad, incoherencia y falta de razón de los seres humanos; ésta es, de hecho, la única excusa que ofrece el escritor de mediana edad o ya viejo, cuyos pensamientos deberían abandonar los temas más serios y ocuparse de los asuntos triviales de personas imaginarias.  Porque si el verdadero estudio de la humanidad es el hombre, es más lógico ocuparse de las coherentes, substanciales y significativas creaturas de ficción que de las páginas nada razonables y misteriosas de la vida real.  A veces los novelistas se sienten como Dios, y están preparados para decirte todo sobre su carácter. A veces, sin embargo, no.  Y entonces no te cuentan todo lo que se sabe sobre ellos, sino lo poco que saben de sí mismos.  Y desde ese momento, mientras nos hacemos más viejos, nos sentimos menos y menos como Dios.  No me sorprendería saber que con el paso de los años los novelistas estén menos inclinados a describir su propia experiencia."

La esposa imperfecta - W.S. Maugham


jueves, 3 de julio de 2014

tan simple como el hambre

"No sé si a otros les pasará lo mismo, pero lo cierto es que no puedo contemplar la belleza durante mucho tiempo. A mi juicio, no hay poeta que haya hecho una afirmación más falsa que Keats cuando escribió el primer verso de Endymion.  Cuando la belleza me ha proporcionado la magia de su sensación, mi mente comienza a vagar; escucho incrédulo a esas personas que dicen que pueden mirar embelesadas un cuadro o un paisaje por horas y horas.  La belleza es un éxtasis; es tan simple como el hambre. En realidad, hay muy poco que decir sobre ella.  Es como el perfume de una rosa, que uno lo huele y ya está; es por eso que las críticas sobre el arte, excepto en los casos en que nada tiene que ver con la belleza, y por lo tanto con el arte, son muy aburridas.  Todo lo que la crítica puede decirnos con respecto al Entierro de Cristo de Tiziano es aconsejarnos que lo vayamos a ver, por ser, de todos los cuadros del mundo, el que tenga tal vez una belleza más pura. Lo demás no es nada más que historia, biografía, o qué sé yo.  Pero la gente agrega otras cualidades a la belleza - sublimidad, interés humano, ternura, amor -, precisamente porque la belleza no tiene nada de todo eso. La belleza es perfecta, y la perfección -tal es la naturaleza humana- mantiene nuestra atención por muy poco tiempo. El matemático que después de ver Fedra  preguntó: "Qu'est-ce que ca prouve ?" * no era tan tonto como se le creía.  Nadie jamás ha sido capaz de explicar porqué el templo dórico de Paestum es más hermoso que un vaso de cerveza helada, excepto cuando se saca a colación que nada tienen que ver uno y otro con la hermosura. La belleza es un aliado ciego. Es como la cima de una montaña que, una vez alcanzada, no nos conduce a ninguna parte. Es por eso que al final nos embelesamos más con el Greco que con Tiziano, como también con el incompleto logro de Shakespeare que con el éxito consumado de Racine. Demasiado se ha escrito ya  sobre la belleza. Por ello, he querido agregar unas líneas más. La belleza satisface el instinto estético, pero ¿quién desea satisfacerse? Sólo los zopencos aspiran a darse un festín. Reconozcámoslo:  la belleza es un poco aburrida."

* ¿Qué demuestra esto?

La esposa imperfecta - W.  Somerset Maugham