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miércoles, 30 de septiembre de 2015

situaciones humanas

"Existe una clase de personas que, debido a una excesiva despreocupación, a sus pocos desvelos, se ven obligadas a llevar una vida sorprendentemente artificiosa. No hay muchas, pero a veces, cuando menos se lo espera, uno se topa con una de ellas. El doctor Tokai pertenecía a esa clase de personas.
Para poder ser fieles a sí mismas (por decirlo así) en el mundo torcido y complejo que las rodea, estas personas necesitan entregarse a una serie de operaciones de ajuste, aunque, por lo general, ellas mismas ni siquiera se dan cuenta de las penosas artimañas a las que tienen que recurrir para sobrevivir. Están convencidas de que viven de un modo totalmente natural y honesto, sin trampas ni máscaras. Y cuando, por algún capricho del destino, un rayo de luz especial procedente de alguna parte se filtra e incide sobre lo artificial o antinatural de su comportamiento, la situación adopta un cariz trágico y, otras, cómico. Por supuesto, también existen numerosas personas afortunadas (no pueden expresarse de otra manera) que mueren sin llegar a ver esa luz o que, pese a verla, no les afecta."

Hombres sin mujeres  - Haruki Murakami


miércoles, 9 de septiembre de 2015

¿dónde estará la verdad?

"-Todo el mundo muere- dijo el hombre pausadamente, mirándome a los ojos. Su modo de hablar sugería que había captado a la perfección cuanto se agitaba en mi interior-. Toda persona tiene que morir un día u otro- añadió.
Tras concluir esta breve frase, el hombre volvió a sumirse en un pesado silencio. Las cigarras continuaban cantando:  como si quisieran infundir renovados bríos en la ya agonizante estación, frotaban sus cuerpos con el frenesí de la muerte.
- Me he propuesto hablarte con la mayor franqueza posible - me dijo. Su tono era el de quien traduce directamente un formulario. Su elección de vocablos y frases, así como su sintaxis, eran correctas, pero la expresividad brillaba por su ausencia-. No obstante -prosiguió-, hablar con franqueza y decir la verdad son cosas distintas. La relación que media entre la franqueza y verdad se asemeja a la existente entre la proa y la popa de un barco. La franqueza asoma en primer lugar, para acabar mostrándose la verdad. Esa diferencia temporal está en proporción directa con la envergadura del barco. La verdad, cuando concierne a cosas grandes, es reacia a aparecer. Ocurre a veces que no hace acto de presencia hasta después de la muerte. Por lo tanto, si se da el caso de que no llegue a mostrarte la verdad, no será culpa mía, ni tampoco tuya."

La caza del carnero salvaje - Haruki Murakami


miércoles, 5 de agosto de 2015

evadiendo el encuadre


" - Y tú, ¿de dónde eres?
 - De cerca de Kobe - contesté
- Sí, pero ¿de dónde?
- De Ashiya.
 - Buen sitio, sí señor. Podías habérmelo dicho antes y dejarte de rodeos.

Se lo expliqué: si  cuando me preguntan de dónde soy digo que de Ashiya, todo el mundo imagina que provengo de una familia rica. Pero es que en Ashiya hay de todo. Mi familia no es especialmente rica. Mi padre trabaja en una empresa farmacéutica y mi madre es bibliotecaria. Tenemos una casa pequeña y un Toyota Corolla color crema. Por eso decidí que, cuando me preguntasen de dónde era, respondería: "De cerca de Kobe, para no inducir a prejuicios innecesarios."

Hombres sin mujeres - Haruki Murakami


miércoles, 20 de agosto de 2014

lo que abunda no daña

"-¡Vaya historia más rara! -dijo Tsukuru- Si los conservó hasta la edad adulta, ¿porqué decidió cortárselos?
- Sí, es un misterio. A raíz de ello, me interesé por el tema y estuve recabando información. Es un trastorno que se llama polidactilia, y muchas celebridades lo han padecido. No sé si será verdad, pero hay testimonios de que Hideyoshi Toyotomi tenía dos pulgares en una mano. Existen muchos otros casos. Pianistas, escritores, pintores, jugadores de béisbol... Entre los personajes de ficción, el doctor Hannibal Lecter de El silencio de los corderos tenía seis dedos. No se trata en absoluto de algo excepcional, y de hecho el gen que lo provoca es un gen dominante.  Al parecer, aproximadamente una de cada quinientas personas nace con seis dedos, aunque el porcentaje varía según las razas.  Sólo que a la mayoría, tal como he dicho antes, se lo amputan los padres antes del primer año de vida, cuando los dedos empiezan a desempeñar su función.  Por eso apenas tenemos ocasión de verlos. Yo, hasta que me trajeron aquel objeto perdido, ni siquiera sabía que existían personas con seis dedos."

Los años de peregrinación del chico sin color - Haruki Murakami




martes, 14 de enero de 2014

un extraño en la fotografía

"una fotografía donde aparecemos mi hermana mayor y yo, de niños, uno al lado del otro. Esta fotografía también se hallaba en el fondo del cajón del escritorio. Mi hermana y yo nos encontramos en la playa, sonreímos felices. Mi hermana está vuelta hacia un lado, una sombra oscura le cubre medio rostro. Por eso su sonriente faz aparece dividida en dos. Y, al igual que las máscaras de teatro griego que he visto a  veces en las ilustraciones de los libros de texto, su rostro comprende dos significados superpuestos. La luz y la sombra. La esperanza y la desesperanza.  La risa y la tristeza. La confianza y la soledad. Aparte de nosotros, no hay nadie más en la playa. Los dos vamos en traje de baño. Mi hermana lleva un bañador de una pieza con un dibujo de florecitas rojas y yo unas bermudas muy feas que me quedan demasiado grandes. Sostengo algo en la mano. ¿Dónde y cuándo, quién nos debió hacer esa fotografía? ¿Cómo es que yo tenía esa expresión de felicidad? ¿Cómo diablos podía parecer tan contento? ¿Cómo es que mi padre ha guardado sólo esa fotografía? Todo esto es un enigma. Yo debo tener tres años y mi hermana, nueve. ¿Tan bien nos llevábamos mi hermana y yo? No recuerdo en absoluto haber ido con mi familia a la playa. Tampoco recuerdo haber ido a ningún otro lugar. En todo caso, no quería dejarla en manos de mi padre. Me meto la vieja fotografía en la cartera. No hay ninguna de mi madre. Al parecer, mi padre ha tirado todas las fotografías donde salía ella, todas, sin dejar ni una."

Kafka en la orilla - Haruki Murakami


domingo, 15 de diciembre de 2013

cuando se levanta el vuelo

"Destapé el bote, saqué la luciérnaga y la deposité en el reborde que sobresalía unos tres centímetros del depósito. La luciérnaga no acababa de comprender dónde se encontraba en aquel momento. Dio una vuelta, tambaleándose, alrededor del perno y se subió  a unos desconchones de pintura que parecían costras. De momento, avanzó hacia la derecha, se dio cuenta de que aquello era un callejón sin salida y viró de nuevo hacia la izquierda. Después se encaramó muy despacio a la cabeza del perno y se acurrucó allí. Permaneció inmóvil, como si hubiese exhalado su último suspiro.
Yo la observaba apoyado en la barandilla. Durante mucho rato, ni la luciérnaga ni yo hicimos el menor movimiento. El viento fluía entre nosotros como si fuera un río. Las incontables hojas del olmo susurraban en la oscuridad.
Esperé una eternidad.
Fue mucho después que la luciérnaga levantó el vuelo. Desplegó sus alas como si se le hubiese ocurrido de repente y, un instante más tarde, ya estaba cruzando la barandilla y se sumergía en la envolvente oscuridad. Describió, ágil, un arco en torno al depósito, tal vez intentando recuperar el tiempo perdido y, tras permanecer unos instantes inmóvil observando cómo la línea de luz se extendía en el viento voló hacia el este.
Aún después que la luciérnaga hubiera desaparecido, el rastro de luz permaneció largo tiempo en mi interior. Aquella pequeña llama, semejante a un alma que hubiese perdido su destino, siguió errando eternamente en la densa oscuridad de mis ojos cerrados. Alargué la mano repetidas veces hacia esa oscuridad. Pero no pude tocarla. Aquella tenue luz quedaba siempre más allá de las yemas de mis dedos."

La luciérnaga - Haruki Murakami




martes, 10 de diciembre de 2013

desequilibrio balanceado

"Acabo de hablar de división del trabajo -prosiguió él- Y, como en toda división del trabajo propiamente dicha, nosotros dos también desempeñamos una función. No nos limitamos sólo a recibir. La relación no es unidireccional, claro está. ¿Cómo se lo explicaría? Nosotros dos, no haciendo nada, compensamos su exceso. Así se mantiene el equilibrio. Corregimos todo lo que se deriva de su superabundancia. Ésta es nuestra razón de existir. ¿Entiende lo que le quiero decir?
Le respondí que me daba la impresión de que sí, pero que no estaba seguro. Él se rió en voz baja.
- La familia es algo extraño- dijo él-. La familia se tiene, como premisa, a sí misma. De no ser así, no funciona como sistema. En este sentido, mis piernas inmovilizadas son un emblema para mi familia. La mayoría de las cosas giran en torno a mis piernas muertas.
Sus dedos continuaban tamborileando sobre la mesa. Pero no se advertía impaciencia alguna en sus gestos. Mientras movía los dedos iba pensando en silencio, a su propia ritmo.
-Una de las características principales de este sistema es que las carencias tienden a ser cada vez mayores, pero también tiende a serlo la superabundancia. Claude Debussy, cuando le costaba mucho avanzar en la composición de una ópera, solía decir: "Dedico todo mi tiempo a perseguir la nada (le rien) que ella crea" . Pues mi trabajo consiste en crear ese rien."

El cuchillo de caza - Haruki Kurakami


martes, 3 de septiembre de 2013

la fe es racional

"Cierto día en que soplaba un viento frío, mientras vigilaba el parque, Aomame se percató de que creía en Dios. De pronto, descubrió ese hecho.  Como si las plantas de sus pies hubiesen hallado unos cimientos sólidos en el fondo del cieno blando.  Era una sensación inexplicable, una revelación imprevisible. Desde que tenía uso de razón había odiado a esa supuesta divinidad.  Más aún, había rechazado a las personas y el sistema que se interponían entre Dios y ella.  Durante mucho tiempo, para Aomame, esa gente y ese sistema habían sido sinónimos de Dios. Odiarlos a ellos era odiar a Dios.
Ellos habían estado a su alrededor desde que había venido al mundo. En nombre de Dios la habían dominado, le habían dado órdenes y la habían acorralado.  En nombre de Dios le habían arrebatado todo su tiempo y su libertad y habían aprisionado su corazón cargándolo de pesadas cadenas.  Ellos le habían predicado la bondad de Dios -redoblando su vehemencia- su ira y su intolerancia.  A los once años se armó de valor y por fin logró escapar de ese mundo. Pero para ello tuvo que sacrificar muchas cosas.
"Si Dios existiera, mi vida estaría repleta de luz, sería más natural y fecundo", pensaba Aomame a menudo. "Habría podido construir tantos bellos recuerdos de una infancia normal y corriente, sin el tormento de la cólera y el miedo constantes... Y mi vida sería mucho más positiva , reconfortante y satisfactoria"
A pesar de todo , mientras contemplaba el parque desierto por una rendija en el antepecho del balcón, con las manos sobre el vientre, no podía evitar reconocer que, en el fondo de su corazón, creía en Dios. Cuando de manera mecánica se ponía a rezar, cuando juntaba los dedos de las manos, realizaba actos de fe, por más que no fuera consciente de ello. "

1Q84 - Haruki Murakami



domingo, 18 de agosto de 2013

pastelero a tus pasteles

"Tengo llamó al amigo que lo sustituía en la academia y le preguntó cómo iban las cosas. El amigo le respondió que todo iba bien.
"-¿Qué tal tu padre?- añadió éste.
- Sigue en coma. Respira y tiene la temperatura y la tensión bajas, aunque estables. Pero está inconsciente. Seguramente no sufre. Es como si se hubiera ido al mundo de los sueños.
-Quizá sea una buena forma de morir. - comentó el otro sin mostrar el menor sentimiento. Lo que había querido decir era : <Quizá mi manera de hablar resulte poco delicada, pero, pensándolo bien, tal vez, en cierto modo, sea una buena forma de morir>. Había omitido el preámbulo. Tras pasar varios años en la facultad de Matemáticas, se había acostumbrado a hablar con elipsis. En él no era algo artificial.
-¿Te has fijado en la luna últimamente?- le preguntó de repente Tengo. Si había alguna persona en el mundo a la que no le hubiera extrañado que le preguntaran de pronto por la luna, era su amigo.
Pensó un poco antes de responder:
-Pues ahora que lo dices, no, no recuerdo haberme fijado en la luna en estos días ¿Qué le pasa?
-Cuando tengas un rato libre échale un  vistazo. Quiero ver qué te parece.
¿Qué me parece? ¿En qué sentido?
-En cualquier sentido. Quiero saber qué piensas al verla. Hubo una breve pausa.
-A lo mejor me resulta difícil explicarte lo que pienso.
-No te preocupes. Lo importante son sus características manifiestas.
-¿Quieres que mire la luna y te diga lo que pienso de sus  características manifiestas?
-Sí- dijo Tengo- Tú mírala. No hace falta que pienses nada.
-Hoy está nublado y no se verá, pero la próxima vez que esté despejado la miraré. Si me acuerdo, claro.
Tengo se lo agradeció y colgó. Si se acordaba. Ése era el problema de los matemáticos. En todo lo que no les concernía directamente, su memoria tenía una vida muy corta"

1Q84 - Haruki Murakami