martes, 3 de septiembre de 2013

la fe es racional

"Cierto día en que soplaba un viento frío, mientras vigilaba el parque, Aomame se percató de que creía en Dios. De pronto, descubrió ese hecho.  Como si las plantas de sus pies hubiesen hallado unos cimientos sólidos en el fondo del cieno blando.  Era una sensación inexplicable, una revelación imprevisible. Desde que tenía uso de razón había odiado a esa supuesta divinidad.  Más aún, había rechazado a las personas y el sistema que se interponían entre Dios y ella.  Durante mucho tiempo, para Aomame, esa gente y ese sistema habían sido sinónimos de Dios. Odiarlos a ellos era odiar a Dios.
Ellos habían estado a su alrededor desde que había venido al mundo. En nombre de Dios la habían dominado, le habían dado órdenes y la habían acorralado.  En nombre de Dios le habían arrebatado todo su tiempo y su libertad y habían aprisionado su corazón cargándolo de pesadas cadenas.  Ellos le habían predicado la bondad de Dios -redoblando su vehemencia- su ira y su intolerancia.  A los once años se armó de valor y por fin logró escapar de ese mundo. Pero para ello tuvo que sacrificar muchas cosas.
"Si Dios existiera, mi vida estaría repleta de luz, sería más natural y fecundo", pensaba Aomame a menudo. "Habría podido construir tantos bellos recuerdos de una infancia normal y corriente, sin el tormento de la cólera y el miedo constantes... Y mi vida sería mucho más positiva , reconfortante y satisfactoria"
A pesar de todo , mientras contemplaba el parque desierto por una rendija en el antepecho del balcón, con las manos sobre el vientre, no podía evitar reconocer que, en el fondo de su corazón, creía en Dios. Cuando de manera mecánica se ponía a rezar, cuando juntaba los dedos de las manos, realizaba actos de fe, por más que no fuera consciente de ello. "

1Q84 - Haruki Murakami



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