"Monterrey had changed, and so had Cannery Row and its denizens. As Mack said, "The tum-tum changes, giving place to new. And God tum-tums himself in many ways"
Doc was changing in spite of himself, in spite of the prayers of his friends, in spite of his own knowledge. And why not? Men do change, and change comes like a little wind that ruffles the curtains at dawn, and it comes like the stealthy perfume of wildflowers hidden in the grass. Change may be announced by a small ache, so that you think you´re catching cold. Or may even take the form of a hunger that peanuts will not satisfy. Isn´t overeating said to be one of the strongest symtomps of discontent? And isn´t discontent the lever of change? "
Sweet Thursday - John Steinbeck
" Ninguna aventura de la imaginación tiene más valor literario que el más insignificante episodio de la vida cotidiana" Gabriel García Márquez
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viernes, 13 de noviembre de 2015
blessed discontent
miércoles, 27 de mayo de 2015
not crippling
"You know I was born without any sense of competition. This is a crippling thing in many ways. I don't gamble because it is meaningless. I used to throw the javelin far, but I never really cared whether it was farthest. For a while I was a vicious fighter but it wasn't to win. It was to get it over and get the hell out of there. And I never would have done it at all if other people hadn't put me in the ring. The only private fights I ever had were those I couldn't get away from. Consequently I have never even wondered about the comparative standing of writers. I don't understand that. Writing to me is a deeply personal, even a secret function and when the product is turned loose it is cut off from me and I have no sense of its being mine. Consequently criticism doesn't mean anything to me. As a disciplinary matter, it is too late."
Interview - John Steinbeck
Interview - John Steinbeck
miércoles, 22 de abril de 2015
una piel privilegiada
"Aquella mañana Mildred vestía un jersey y una falda de pliegues y calzaba zapatos bajos. El abrigo de pieles de mistress Pritchard colgaba de un gancho, cerca de su marido. Era costumbre de éste cuidar de esa prenda y ayudar a su mujer a quitársela y a ponérsela. Estaba encantado con el abrigo: le gustaba que fuese caro, le agradaba ver cómo su esposa lo lucía y le complacía escuchar a otras mujeres hacer comentarios sobre la prenda. El zorro negro era relativamente raro y el abrigo constituía una prenda valiosa. Por lo tanto, procuraba cuidarlo todo lo posible. Fue le primero que indicó que sería conveniente guardarlo, porque México era un país tropical y porque estaría el peligro de que lo robaran los bandidos. Mrs. Pritchard sostuvo que debia llevarlo porque, en primer lugar, visitarían Los Angeles y Hollywood, donde todas lucían abrigos de pieles, y luego porque en la capital de México hacía bastante frío por las noches, según había oído. Antes estas razones capituló enseguida; para él, lo mismo que para su esposa el abrigo era el distintivo de su posición social. Evidentemente les situaba entre la gente conservadora, bien acomodada y sensata. En todas partes se es objeto de más consideración cuando se lleva un abrigo de pieles y un bonito equipaje."
El ómnibus perdido - John Steinbeck
El ómnibus perdido - John Steinbeck
miércoles, 6 de noviembre de 2013
la fuerza bruta
"La mujer de Curley se separó un poco del hombre y opinó: -Me parece que usted está loco.
-No, no es cierto -explicó diligentemente Lennie- George dice que no estoy loco. Me gusta acariciar cosas lindas con los dedos, cosas suaves.
- Bueno, dijo la mujer, algo tranquilizada - ¿ a quién no le gusta? A todo el mundo le gusta. A mí me gusta palpar la seda y el terciopelo. ¿A usted le gusta tocar terciopelo?
- Claro que sí, por Dios. - repuso Lennie riendo de placer - Y también tuve un poco, hace tiempo. Una señora me dio un poco, y esa señora era.... mi tía Clara. Me lo regaló.... un pedazo así de grande. Me gustaría ahora tener ese terciopelo - Se le arrugó el ceño - Lo perdí. Hace mucho que no lo veo.
- Está loco de remate - rió la mujer de Curley - Pero no es malo. Como un niño grande. Pero una puede comprender lo que dice. A veces, me peino, me quedo sentada acariciándome el cabello porque es tan suave. -Para mostrar cómo lo hacía, se pasó los dedos sobre lo alto de la cabeza. -Hay quienes tienen el pelo muy áspero. -comenzó complacida- Como Curley. Tiene el pelo como alambre. Pero el mío es lindo y sedoso. Claro que me lo cepillo mucho. Por eso es lindo. Vea... pase la mano por aquí. -Tomó la mano de Lennie y se la llevó sobre la cabeza. - Toque aquí y vea qué sedoso es.
Los grandes dedos de Lennie empezaron a acariciarle el cabello.
- No me lo enrede - pidió la mujer.
- Oh ¡qué lindo ! . -exclamó Lennie, y acarició con más fuerza- ¡Qué lindo!
- Cuidado, ahora me lo va a enredar . - Y luego gritó furiosa la mujer: -¡Basta ya, me va a enredar todo el cabello! -Hizo bruscamente a un lado la cabeza, y los dedos de Lennie se cerraron en sus cabellos y los apretaron.
- ¡Suelte, suélteme, le digo !
Lennie estaba en pánico. Se contorsionó su rostro. Gritó entonces la mujer, y la otra mano de Lennie se cerró sobre su boca y su nariz.
- No, por favor, - rogó - ¡Oh! por favor, no haga eso, George se va a enojar.
Ella luchó violentamente bajo las manos enormes. Se sacudieron sus pies sobre el heno y serpenteó todo su cuerpo para liberarse; y por debajo de la mano de Lennie surgió un chillido ahogado. Lennie empezó a gritar de terror.
- Oh, por favor no haga eso -volvió a rogar - George va a decir que hice un disparate. No me va a dejar cuidar los conejos. - Movió un poco la mano, y surgió un áspero grito. Entonces Lennie se encolerizó -Le he dicho que no. No quiero que grite. Me va a meter en un lío, como dijo George. No haga eso -Y ella continuó luchando , desorbitados los ojos de terror. -No siga gritando -dijo Lennie y la sacudió, y el cuerpo de la mujer se movió flácidamente como un pez. Y luego quedó quieto, porque Lennie le había quebrado el cuello."
De ratones y hombres - John Steinbeck
-No, no es cierto -explicó diligentemente Lennie- George dice que no estoy loco. Me gusta acariciar cosas lindas con los dedos, cosas suaves.
- Bueno, dijo la mujer, algo tranquilizada - ¿ a quién no le gusta? A todo el mundo le gusta. A mí me gusta palpar la seda y el terciopelo. ¿A usted le gusta tocar terciopelo?
- Claro que sí, por Dios. - repuso Lennie riendo de placer - Y también tuve un poco, hace tiempo. Una señora me dio un poco, y esa señora era.... mi tía Clara. Me lo regaló.... un pedazo así de grande. Me gustaría ahora tener ese terciopelo - Se le arrugó el ceño - Lo perdí. Hace mucho que no lo veo.
- Está loco de remate - rió la mujer de Curley - Pero no es malo. Como un niño grande. Pero una puede comprender lo que dice. A veces, me peino, me quedo sentada acariciándome el cabello porque es tan suave. -Para mostrar cómo lo hacía, se pasó los dedos sobre lo alto de la cabeza. -Hay quienes tienen el pelo muy áspero. -comenzó complacida- Como Curley. Tiene el pelo como alambre. Pero el mío es lindo y sedoso. Claro que me lo cepillo mucho. Por eso es lindo. Vea... pase la mano por aquí. -Tomó la mano de Lennie y se la llevó sobre la cabeza. - Toque aquí y vea qué sedoso es.
Los grandes dedos de Lennie empezaron a acariciarle el cabello.
- No me lo enrede - pidió la mujer.
- Oh ¡qué lindo ! . -exclamó Lennie, y acarició con más fuerza- ¡Qué lindo!
- Cuidado, ahora me lo va a enredar . - Y luego gritó furiosa la mujer: -¡Basta ya, me va a enredar todo el cabello! -Hizo bruscamente a un lado la cabeza, y los dedos de Lennie se cerraron en sus cabellos y los apretaron.
- ¡Suelte, suélteme, le digo !
Lennie estaba en pánico. Se contorsionó su rostro. Gritó entonces la mujer, y la otra mano de Lennie se cerró sobre su boca y su nariz.
- No, por favor, - rogó - ¡Oh! por favor, no haga eso, George se va a enojar.
Ella luchó violentamente bajo las manos enormes. Se sacudieron sus pies sobre el heno y serpenteó todo su cuerpo para liberarse; y por debajo de la mano de Lennie surgió un chillido ahogado. Lennie empezó a gritar de terror.
- Oh, por favor no haga eso -volvió a rogar - George va a decir que hice un disparate. No me va a dejar cuidar los conejos. - Movió un poco la mano, y surgió un áspero grito. Entonces Lennie se encolerizó -Le he dicho que no. No quiero que grite. Me va a meter en un lío, como dijo George. No haga eso -Y ella continuó luchando , desorbitados los ojos de terror. -No siga gritando -dijo Lennie y la sacudió, y el cuerpo de la mujer se movió flácidamente como un pez. Y luego quedó quieto, porque Lennie le había quebrado el cuello."
De ratones y hombres - John Steinbeck
lunes, 7 de octubre de 2013
algo así como atados
"- Y entonces me puse a pensar, sólo que no era preciso pensar, sino algo mucho más íntimo y más profundo. Me puse a pensar cómo éramos sagrados cuando éramos una sola cosa, y que la humanidad es sagrada cuando es una sola cosa. Y que sólo deja de ser sagrada cuando algún miserable pretende algo que no es suyo y corre por su cuenta, molestando, arrastrando a otros y riñendo con todos. Esos hombres son los que acaban con su calidad sagrada. Pero cuando todos trabajan juntos, no un hombre para otro, sino algo así como atados al mismo rebaño..., entonces todo va bien, entonces es sagrada. Y me pue a pensar en que ni siquiera sabía qué era lo que yo llamaba sagrado."
Las uvas de la ira - John Steinbeck
Las uvas de la ira - John Steinbeck
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