miércoles, 6 de noviembre de 2013

la fuerza bruta

"La mujer de Curley se separó un poco del hombre y opinó: -Me parece que usted está loco.
-No, no es cierto -explicó diligentemente Lennie- George dice que no estoy loco.  Me gusta acariciar cosas lindas con los dedos, cosas suaves.
- Bueno, dijo la mujer, algo tranquilizada - ¿ a quién no le gusta? A todo el mundo le gusta.  A mí me gusta palpar la seda y el terciopelo. ¿A usted le gusta tocar terciopelo?
- Claro que sí, por Dios. - repuso Lennie riendo de placer - Y también tuve un poco, hace tiempo. Una señora me dio un poco, y esa señora era.... mi tía Clara. Me lo regaló.... un pedazo así de grande. Me gustaría ahora tener ese terciopelo - Se le arrugó el ceño - Lo perdí. Hace mucho que no lo veo.
- Está loco de remate - rió la mujer de Curley - Pero no es malo. Como un niño grande. Pero una puede comprender lo que dice. A veces, me peino, me quedo sentada acariciándome el cabello porque es tan suave. -Para mostrar cómo lo hacía, se pasó los dedos sobre lo alto de la cabeza. -Hay quienes tienen el pelo muy áspero. -comenzó complacida- Como Curley. Tiene el pelo como alambre. Pero el mío es lindo y sedoso. Claro que me lo cepillo mucho. Por eso es lindo. Vea... pase la mano por aquí. -Tomó la mano de Lennie y se la llevó sobre la cabeza. - Toque aquí y vea qué sedoso es.
Los grandes dedos de Lennie empezaron a acariciarle el cabello.
- No me lo enrede - pidió la mujer.
- Oh ¡qué lindo ! . -exclamó Lennie, y acarició con más fuerza- ¡Qué lindo!
- Cuidado, ahora me lo va a enredar . - Y luego gritó furiosa la mujer: -¡Basta ya, me va a enredar todo el cabello! -Hizo bruscamente a un lado la cabeza, y los dedos de Lennie se cerraron en sus cabellos y los apretaron.
- ¡Suelte, suélteme, le digo !
Lennie estaba en pánico. Se contorsionó su rostro. Gritó entonces la mujer, y la otra mano de Lennie se cerró sobre su boca y su nariz.
- No, por favor, - rogó - ¡Oh! por favor, no haga eso, George se va a enojar.
Ella luchó violentamente bajo las manos enormes. Se sacudieron sus pies sobre el heno y serpenteó todo su cuerpo para liberarse; y por debajo de la mano de Lennie surgió un chillido ahogado. Lennie empezó a gritar de terror.
- Oh, por favor no haga eso -volvió a rogar - George va a decir que hice un disparate. No me va a dejar cuidar los conejos. - Movió un poco la mano, y surgió un áspero grito. Entonces Lennie se encolerizó -Le he dicho que no. No quiero que grite. Me va a meter en un lío, como dijo George. No haga eso -Y ella continuó luchando , desorbitados los ojos de terror. -No siga gritando -dijo Lennie y la sacudió, y el cuerpo de la mujer se movió flácidamente como un pez. Y luego quedó quieto, porque Lennie le había quebrado el cuello."

De ratones y hombres - John Steinbeck

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.