miércoles, 19 de agosto de 2015

falsificando con verdad

"Muy pocos coleccionistas sabrán cuál es el país con la mejor reputación entre los falsificadores de estampillas, o sea aquel del cual provienen las falsificaciones mejor logradas.  Es Bélgica. Los belgas falsifican no sólo sus propias estampillas (la falsificación más famosa es la de la estampilla belga de cinco francos), sino que con el mismo gusto falsifican estampillas extranjeras, por ejemplo la estampilla alemana de Marruecos de una peseta.
Para desprenderse de su producción, los falsificadores descubrieron un truco grandioso, que por un lado les permite obtener mayores ganancias y por otro lado los protege contra las sanciones. Lo que hacen es señalar expresamente a sus falsificaciones como lo que son. De este modo renuncian a cobrar sumas astronómicas, puesto que no venden las estampillas falsas como si fueran verdaderas. Pero como sus compradores son en su mayoría personas que sí tienen la honorable intención de hacer eso, los productores pueden pedir un precio muy conveniente por esas estampillas que no han sido falsificadas, según dicen, sino que fueron reproducidas con fines científicos. Lo que hacen es enviar a pequeñas filatelias unas ofertas en las que elogian sus impecables imitaciones de estampillas fuera de circulación, la admirable ejecución con un procedimiento totalmente novedoso, la matemática fidelidad de los dibujos, sus sobresellos, los colores, el papel, las marcas de agua, el dentado y -no debemos olvidar - los sellos."

Juicios a las brujas y otras catástrofes - Walter Benjamin

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