viernes, 14 de agosto de 2015

la imagen fugitiva

"Aquel cajón estaba lleno de fotografías suyas. Me mostró muchas de ellas, antiguas y recientes.

- Todas muertas - le dije.

Se volvió de golpe para mirarme.

- ¿Muertas?

- Por cuánto quieren parecer vivas.

- ¿ Incluso ésta, con la sonrisa?

- Y ésta, pensativa; y ésta otra, con los ojos bajos.

- ¿ Pero cómo muerta, si estoy aquí, viva?

- Ah, usted sí; porque ahora no se ve. Pero cuando está delante del espejo, en el momento en que se contempla, no está más viva.
- ¿Y por qué?
- Porque hace falta que usted detenga un momento su  vida para verse. Como delante de una máquina fotográfica. Usted se compone. Y componerse es como volverse estatua por un momento. La vida se mueve continuamente, y no puede nunca verse realmente a sí misma.

- ¿Entonces, yo, viva, no me veo nunca?

- Jamás del mismo modo en que puedo verla yo. Pero yo veo una imagen suya que es solamente mía; no es por cierto la suya. La suya, viva, tal vez habrá podido usted entreverla, apenas, en alguna foto instantánea que le hayan hecho. Pero le habrá dado una ingrata sorpresa. Le habrá, tal vez, costado reconocerse allí, no compuesta, en movimiento.

- Es verdad.

- Usted no puede reconocerse más que arreglada:  estatua, no viva.

Cuando uno vive, no se ve. Conocerse es morir. Usted se dedica tanto a mirarse en este espejo, en todos los espejos, porque no vive; no sabe, no puede o no quiere vivir. Quiere demasiado conocerse, y no vive.

- ¡Pero para nada ! No llego a detenerme nunca ni por un momento yo.

- Pero quiere verse siempre. En cada acto de su vida. Como si tuviese siempre frente a usted la imagen de usted misma, en cada acto, en cada movimiento. Y su carencia proviene tal vez de esto. Usted no quiere que su sentimiento sea ciego. Lo obliga a abrir los ojos y a verse en un espejo que le pone siempre delante. Y el sentimiento, súbito, así como se ve, se congela. No se puede vivir delante de un espejo. Procure no mirarse más. Porque no llegará nunca a saber cómo la ven los otros. ¿Y de qué vale que se conozca sólo para usted misma? Le puede suceder que no comprenda ya por qué debe mantener siempre la imagen que el espejo le devuelve."

Uno, ninguno y cien mil - Luigi Pirandello


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