miércoles, 7 de octubre de 2015

un canario travieso

"La siguiente emoción de mi vida fue el regalo de un canario. Se llamaba Goldie, y se volvió tan manso que saltaba por todo el aposento de los niños, posándose algunas veces sobre el gorro de Nursie  o en mi dedo cuando lo llamaba. No sólo era mi pájaro, sino el inicio de una nueva saga secreta. Los personajes principales eran Dickie y su amada. Cabalgaban en briosos corceles por todo el país (el jardín) y corrían grandes aventuras, escapando a duras penas de las garras de los bandidos.
Un día ocurrió la catástrofe suprema. Goldie desapareció. La ventana estaba abierta y la puerta de la jaula sin el pasador. Lo más probable es que hubiera escapado. Recuerdo aún lo terriblemente largo y lento que fue aquel día. Se alargaba más y más. Yo lloraba lloraba y lloraba. Pusieron la jaula fuera de la ventana con un terrón de azúcar entre las barras. Mi madre y yo recorríamos el jardín llamándole "Goldie, Goldie,Goldie" Mi madre amenazó a la criada con despedirla por comentar con ligereza: "Seguro que se lo ha zampado un gato", con lo que me hizo llorar de nuevo.
Cuando, en la cama ya, seguía sollozando espasmódicamente mientras apretaba la mano de mi madre, se oyó un débil pero alegre gorjeo. Desde lo alto de las barras de las cortinas descendió Goldie. revoloteó una vez más por la estancia y entró enseguida en la jaula. ¡Qué maravilla! Se habia pasado todo aquel día, interminable y aciago, allá arriba en la barra de las cortinas.
Mi madre aprovechó la ocasión para decirme:
- ¿Ves lo tonta que has sido? ¿Ves que inútil ha sido llorar tanto? Nunca llores por nada hasta que estés segura de lo ocurrido.
Le aseguré que no lo haría nunca más."

Autobiografía - Agatha Christie

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