miércoles, 21 de octubre de 2015

acordes que encienden llamas

"El regimiento de caballería de N*** , que estaba de maniobras, se detuvo a hacer noche en la pequeña ciudad de K**.
Un hecho de tal magnitud como el que los señores militares pernocten en determinado lugar, actúa siempre sobre los habitantes de éste con una fuerza excitante e inspiradora. Ni los comerciantes que sueñan con dar salida a un viejo y mohoso salchichón y a unas sardinas de la mejor clase, que descansan hace ya diez años en las estanterías, ni los taberneros, ni demás industriales, cierran sus establecimientos, en toda la noche. El jefe militar, el ayudante y la guarnición de la localidad visten sus mejores uniformes. La Policía va de aquí para allá como atontada, ¡y en cuanto a las damas!...¡El diablo sabe lo que les pasa!
Las damas de la ciudad de K***, al oír que se acercaba el regimiento, abandonaron las calientes cacerolas en las que cocían sus mermeladas y salieron corriendo a la calle. Olvidadas de su deshabillé y aspecto desarreglado, jadeantes o suspenso el aliento, se apresuraron a salir al encuentro del regimiento, al tiempo que escuchaban con avidez los acordes de la marcha militar. Mirando sus pálidos e inspirados rostros, podía pensarse que aquellos sonidos que traía el aire no procedían de las trompetas de los soldados, sino del cielo.
- ¡El regimiento! -decían alegres-. ¡Viene el regimiento!
¿Qué podría importarles, en verdad, un regimiento arribado por puro azar y que a la mañana siguiente había de marcharse otra vez?."

El marido - Antón Chéjov


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.