viernes, 24 de julio de 2015

¿cómo ha sido educado ese muchacho?

"El otro día en San Francisco, "un muchacho bien vestido, camino de la escuela dominical, fue arrestado y encarcelado por haber apedreado a un chino". ¡Qué comentario sobre la justicia humana! ¡Qué modo tan triste de subrayar nuestra humana disposición a tiranizar a los débiles ! San Francisco no tiene derecho a sentirse muy orgullosa por el tratamiento dado a ese pobre chico. ¿Cómo ha sido educado el muchacho?
¿Cómo iba él a saber que apedrear a un chino no está bien?  Antes de tomar partido en su contra y ponernos de parte de la ultrajada San Francisco, debemos darle una oportunidad:  escuchemos el testimonio de la defensa. Era un chico "bien vestido y frecuentaba la escuela dominical; por tanto, es probable que tenga unos padres inteligentes, de posición acomodada, con la suficiente villanía natural en su ánimo como para sentir un gran interés por la prensa diaria y disfrutar de ella, de modo que ese muchacho ha tenido oportunidad de aprender cómo actuar correctamente durante la semana, así como los domingos. Es así cómo ha descubierto que la rica comunidad de California impone a Juan el extranjero una tasa ilegal de minería, y que impone a Pedro el extranjero extraer oro sin pagar nada, probablemente porque el degradado mongol no gasta nada en whisky , mientras que el refinado celta no puede pasarse sin él. Es así como ha descubierto que un número respetable de cobradores de impuestos -sería descortés decir que todos ellos- cobran dos veces en lugar de una, y que, como sólo lo hacen para desalentar la migración de chinos hacia las minas, se trata de una actividad que merece el aplauso, y que incluso puede ser considerada divertida. Es así como ha descubierto que, cuando un hombre blanco roba oro de la mesa  de la mesa de lavar de un buscador de oro (el término "hombre blanco" designa a españoles, portugueses, irlandeses, hondureños, peruanos, chilenos y otros) es expulsado de la explotación minera, y que cuando es un chino quien lo hace, lo cuelgan. Y es así como ha descubierto que en muchos distritos de la extensa costa del Pacífico el amor por la justicia es tan agreste y libre en los corazones de los hombres que siempre que se comete algún crimen misterioso la gente dice "Que se haga justicia, así el cielo caiga sobre nuestras cabezas", y ahorcan a algún chino. Es así como ha descubierto, estudiando a diario la mitad de la sección "Noticias locales", que la policía de San Francisco vivía adormecida o muerta, y que, estudiando a diario la otra mitad, los reporteros habían enloquecido de admiración por la energía, la virtud, la gran eficiencia y la temeraria intrepidez de esa misma policía, haciendo numerosas referencias a cómo "el incansable agente Fulanito" detuvo a un peligroso chino que estaba robando gallinas y lo llevó gloriosamente a la cárcel; a cómo el "el bravo  detective Menganito" vigiló silenciosamente los movimientos de un hijo de Confucio de ojos almendrados" (el periodista tiene un gran sentido del humor) , siguiéndole con aquella mirada distante y vacía que siempre ha sido característica del policía de cuarenta dólares durante sus horas de vigilia, y finalmente lo capturó en el acto de meter mano a un puñado de agujas dejadas en una situación expuesta por su propietario; a cómo un agante realizó tal proeza y otro otra y aún otro otra - y todas esas proezas tenían como elemento central un chino, acusado de un crimen de centavos, un infeliz  cuya infracción debe ser convertida en una enormidad para evitar que el público sepa cuántos bandidos realmente importantes han dejado de ser presos mientras tanto y hasta qué punto esos policías son sobrevalorados. Es así cómo el chico ha descubierto que el Congreso, a pesar de saber que la Constitución ha hecho de los Estados Unidos el refugio de los pobres y los oprimidos de todas las naciones y que, por lo tanto, no se puede cobrar a los pobres y oprimidos que buscan protección en nuestro suelo ninguna tasa de admisión, aprobó una ley que establece que todo chino, al pisar suelo estadounidense, tendrá que ser vacunado en el muelle y pagar al funcionario designado por el Estado una tasa de 10 dólares por el servicio, cuando existen en San Francisco muchísimos médicos que lo harían por menos de 50 centavos.  Es así cómo ha descubierto que ningún chino tenía los derechos que todos deben respetar, que el sufrimiento de los chinos no causa pesar, que su vida y su libertad no valen ni un centavo si algún hombre blanco necesita un chivo expiatorio, que nadie quiere a los chinos, que nadie es su amigo, que nadie le ahorra sufrimiento cuando es conveniente inflingirle sufrimiento; que todo el mundo - individuos, comunidades, e incluso el Estado soberano . se unen en el odio, el abuso y la persecución de esos extranjeros humildes. O sea, nada podría haber sido más natural, para ese chico de corazón puro camino de la iglesia, que decirse, después de tomar nota de todos esos incentivos para su virtuosa acción "Ah ¡Por ahí viene un chino! Dios no me querrá si no lo apedreo!"

Antiimperialismo Patriotas y Traidores (1870) - Mark Twain




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