miércoles, 3 de diciembre de 2014

dos mentes unidas o una misma mente

"Martin Buber cuenta en una de sus múltiples antologías que Rabi Elimelech estaba sentado una noche cerca de sus discípulos cuando un sirviente de buena fe le trajo un plato de sopa. Al querer devolverlo porque no tenía hambre, el rabino sin querer derramó el líquido sobre la mesa. Convencido de las posibles repercusiones antisemitas del incidente, uno de sus alumnos, Mendel de Rimanov, exclamó horrorizado: "Pero....¿qué ha  hecho usted, Rabi Elimelech? Ahora a todos los judíos nos mandarán a la  cárcel..." a lo que el maestro respondió: "No temas, hijo mío"  Algún tiempo después se supo que en aquel día, exacto a la misma hora, un edicto dirigido contra la población judía de Polonia fue presentado al emperador para ser firmado pero, pese a  que tenía la pluma lista, algo siempre lo interrumpía. Finalmente, dispuesto a consumar el acto de una vez por todas, el emperador, al extender la mano, sin querer volcó el tintero sobre el papel. Entonces rompió el edicto y prohibió que se lo trajeran de nuevo."
La parábola, a mi gusto, es asombrosa. Un lazo secreto y misterioso se extiende entre el emperador y el rabino, un vínculo milagroso, sobrenatural, o quizás meramente coincidencial:  uno derrama la sopa para que el otro, al perder el equilibrio, manche el documento legal y no perjudique a la minoría hebrea. Más allá de su circunstancia inmediata, ambos personajes están inevitablemente unidos por una fuerza superior: un Ojo secreto que rige su universo a partir de concomitancias y repeticiones, como si fuera una relojería inexplicable y perfecta y no un ars aleatoria .  Hechos así, no cabe duda, ocurren a diario sin que lo sepamos; y aunque fuésemos testigos, nuestra razón empírica los descartaría como imposibles e insensatos. El azar es arbitrario  y caótico y al caos -i.e., el orden del desorden- lo apreciamos pero sin respetarlo. ¡Cuán equivocados estamos!  A estas alturas de la Ilustración, que empezó con la Revolución Francesa y continúa luego de infinitas mutaciones, creemos (o queremos creer) que la nuestra es una realidad rígida, regida por leyes naturales fijas e inmutables, una realidad donde no hay cabida para milagros, donde las cosas son así y sanseacabó. Despreciamos la superstición y ninguneamos la religión. "Todo es cuantificable", nos repetimos una y otra  vez, "todo es lógico y constante, y ha sido dispuesto para que el criterio del científico lo estudie, analice y luego concluya que sí o que no, que hay que ver las cosas de esta manera o de aquella otra y nada más"

Antología de cuentos de terror y misterio - Ilán Stavans



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