jueves, 10 de julio de 2014

los intrincados caminos de la culpa

"Tengo la impresión de que no sólo juzga usted falsamente mi ayuda jurídica, sino de que también la conducta que usted se ha permitido hasta ahora se debe a que se le ha tratado, aunque sea usted un acusado, demasiado bien, o para expresarlo con mayor precisión, se le ha tratado con negligencia, con aparente negligencia.  Claro está que también esto último tiene sus motivos, porque con frecuencia es mejor hallarse cargado de cadenas que estar en libertad. Sin embargo, quisiera mostrarle a usted cómo se trata a otros acusados, tal vez sepa sacar de ello una lección. Voy a llamar en seguida a Block.  Abra la puerta y siéntese aquí, junto a la mesilla de noche.
- Con mucho gusto -dijo K., y luego hizo lo que el abogado de había pedido; siempre estaba dispuesto a aprender algo. Pero para que no hubiera equívoco alguno en este caso, preguntó-: Está usted enterado de qué le retiro mi representación, ¿no es así?
- Sí -dijo el abogado- , sin embargo, hoy mismo podría usted cambiar de opinión.
El doctor Huld volvió a tenderse sobre la cama, se cubrió con el edredón hasta la barbilla y se volvió completamente con el rostro hacia la puerta. Luego hizo sonar la campanilla.
Casi al punto apareció Leni que con rápidas miradas procuraba ponerse al corriente de lo que allí había pasado; por lo visto le pareció tranquilizador el hecho de que K. permaneciera sentado con calma junto a la cama del abogado. Sonrió entonces a K, que la miraba fijamente, haciendo una inclinación de cabeza.
Vé a buscar a Block -dijo el abogado.
Pero ella en lugar de ir a buscarlo se limitó a gritar desde el umbral de la puerta.
-Block, el abogado te llama.
Luego, sin duda porque el abogado se había vuelto hacia la pared sin ocuparse, al parecer, de nada, se colocó detrás de la silla de K.  Desde entonces no dejó de importunarle, inclinada sobre el respaldo de la silla, con movimientos de las manos que, ciertamente, con mucha suavidad y precaución, pasaba por el pelo y las mejillas de K. Este por fin decidió impedírselo y en efecto consiguió cogerle una mano, que ella, después de ejercer alguna resistencia le abandonó.
Block había acudido inmediatamente a la llamada sólo que permanecía ante la puerta con el aspecto de preguntarse si efectivamente debía entrar. Levantó las cejas  y adelantó un poco la cabeza como esperando a que se le repitiera la orden de presentarse ante el abogado. K. habría podido dirigirle algunas palabras que le animaran a entrar en la habitación, pero se había propuesto romper no solamente con el abogado, sino con todo lo que había en aquella casa; por eso permaneció inmóvil y callado. "

El proceso - Franz Kafka


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