viernes, 25 de diciembre de 2015

dulces recuerdos

"Una mañana de fines de noviembre. Un amanecer de invierno, hace más de veinte años. La cocina de una vieja casa espaciosa, en una aldea. Constituye su rasgo principal una gran estufa negra; pero hay también una gran mesa redonda y una chimenea con dos mecedoras colocadas ante ella. Aquel día comenzaba en la chimenea el rugir invernal.
Una mujer de pelo corto y canoso está de pie ante la ventana de la cocina. Lleva zapatos de tenis y un informe suéter gris sobre un vestido de algodón veraniego. Es pequeña  y vivaracha como una gallinita de Bantam; pero, debido a una larga enfermedad de la infancia, sus hombros son lastimosamente gibosos. Su rostro es notable...., parecido al de Lincoln, así de áspero, curtido por el sol y el viento; pero también es delicado, de finos trazos, y sus ojos son tímidos, color de cereza.
- ¡Oh madre mía! exclama, empañando el vidrio de la ventana con su aliento -, Llegó el tiempo de los pasteles de frutas!
La persona a quien habla soy yo. Tengo siete años; ella, sesenta y tantos.  Somos primos, muy distantes, y hemos vivido juntos...., bueno, desde que yo puedo recordar. Viven en la casa otras personas, parientes; y aunque tienen poder sobre nosotros, y con frecuencia nos hacen llorar, en general no advertimos mucho su existencia. Somos el mejor amigo uno de otro. Me llama Buddy, en recuerdo de un muchacho que fue antes su mejor amigo. El otro Buddy murió en 1880 y tantos, cuando ella era todavía una niña. Ahora es todavía una niña."

Recuerdo navideño - Truman Capote

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